Ecuador reconoce a los gallos de pelea como sujetos de derecho: contestación a las objeciones y prejuicios
Ecuador reconoce a los gallos de pelea como
sujetos de derecho: contestación a las objeciones y prejuicios
Por: Luis Fernando Ávila Linzán.
Foto por: www.elindependiente.news
La
lucha y reflexión por los derechos de los animales no es nueva. Bajo un criterio
utilitarista clásico, Bentham consideraba que la base ética para atribuirle derechos
a cualquier ser vivo debería ser la capacidad de sentir dolor y experimentar
sufrimiento. A esta posición liberal y utilitaria se le denomina “sensismo”. Aquello
influiría luego en la posición filosófica de Peter Singer, quien escribió en
1975 el libro más importante del movimiento animalista del mundo: “Liberación
Animal”. Por esto la idea de Singer es minimizar el sufrimiento de los
animales. Esta posición teórico-política se convirtió en una crítica al antropocentrismo
que considera que los seres humanos son el único sujeto histórico y, por tal
razón, el único con un valor moral intrínseco en la naturaleza. Singer va más
allá, la oposición es, además, contra el especismo, que da prevalencia a una sola
especie respecto de las demás que se subordinan a ella.
En lo político, el antropocentrismo y el especismo
están justificados por la necesidad de explotar la naturaleza en beneficio de
los seres humanos, lo cual permite el desarrollo de la sociedad capitalista
sobre la base de la acumulación de las riquezas en pocas manos. Este ideal del
progreso sin fin se radicalizó a finales del siglo XIX con la industrialización
y se volvió insostenible a mediados del siglo XX. Esto fue advertido por varios
estudios, dirigentes políticos y activistas de todo el mundo antes de la
Declaración de Estocolmo de 1972: si no se detenía el uso irracional de los
recursos naturales, el planeta estaba condenado a la destrucción. La sentencia fatal
se convirtió en una posibilidad real luego del informe sobre calentamiento
global de Al Gore.
En este contexto, Ecuador reconoce a la
naturaleza como sujeta de derechos y los derechos particulares de la naturaleza,
lo cual llevó a varias normas para el bienestar animal y la protección integral
de los animales en varias normas legales y reglamentarias, y a hacer una
consulta cantonal a la población sobre la prohibición de hacer eventos públicos
donde se provoque la muerte de los animales en 2011. Ello supuso suspender
progresivamente en los cantones donde esta pregunta fue respondida
afirmativamente las corridas de toros.
Al mismo tiempo, se aplicó litigio estratégico
a varios casos. El primero fue el la perra pitbull Atena que fue tratada como
sujeto en el proceso y se determinó que era rehabilitable y que su agresividad
se debía al maltrato recibido por sus cuidadores. Luego, en Loja un juez
reconoció a un río como sujeto de derechos y en varios lugares se lograron, con
el apoyo de varias organizaciones, sanciones penales por maltrato contra
animales y una sentencia de la Corte Provincial de Sucumbíos que ordenó una
reparación millonaria a Chevron por daños a la naturaleza. Hace poco, una jueza
en Quito negó una acción de protección contra Urbanimal, institución a cargo de
la protección de perros y gatos y que depende del Municipio de la ciudad. En esta
sentencia, sin embargo, se debatió sobre la condición de los perros como
sujetos de derecho. Si bien la jueza reconoció esta cualidad, dijo que no
estaba legitimada para declararla judicialmente.
Así, llegamos a diciembre de 2019 cuando varias
organizaciones animalistas presentaron un pedido de medidas cautelares
constitucionales con el fin de que se suspenda en Quito, cantón donde ganó la consulta
popular la prohibición, una pela de gallos organizada por varios grupos de
criadores de “gallos de combate” y la Sociedad Protectora del Gallo de Combate
del Ecuador”.
El apoyo de la ciudadanía respecto de los
perros, fue abrumador. Con relación a los toros, no fue tan fácil, puesto que en
Quito se desarrollaba una de las ferias de toros más célebres del mundo y que
movía muchos recursos económicos y humanos: “La Feria Jesús del Gran Poder”. Se
logró, a pesar de ello, conmover a la opinión pública para proscribir las
peleas de perros pitbull y las corridas de toros. Sin embargo, las peleas de
gallos se mantuvieron, incluso apoyadas desde el gobierno de Correa, quien dedicó
un enlace ciudadano al tema, puesto que las encuestas demostraban que disminuía
peligrosamente el apoyo a la pregunta de la consulta popular sobre los animales
en 2011. En realidad, le preocupaba el apoyo ciudadano a toda la consulta,
especialmente, a la pregunta sobre la reestructuración de la justicia que le
permitiría nombrar a dedo a las autoridades del Poder Judicial y la Corte
Constitucional.
Finalmente, llegamos al 4 de diciembre cuando
la jueza Ortiz en Quito otorgó medidas cautelares y suspendió la pelea de gallos
programada para el 6 de diciembre, fiesta de la fundación española de la
ciudad. Tuvo que declarar la calidad de sujetos de derechos para los gallos,
puesto que era la única manera de justificar las medidas cautelares, puesto que
no sería jurídico si los gallos fueran simplemente cosas. El apoyo ciudadano fue
adverso y las redes sociales se llenaron de insultos y amenazas a los activistas
y a los abogados que patrocinamos el caso. “Mercachifles”, “ignorantes”, “comunistas”,
“noveleros”, “hambreadores”; “les vamos a enseñar”, “somos más de tres millones”,
“les vamos a dar su merecido”, “marihuaneros”, “abogaduchos”, “ignorantes”, fueron
parte de las expresiones de rechazo. También, hubo argumentos de todo tipo y tono,
unos prejuiciados y otros con algo de sustento. Los galleros arremetieron con todo
y se negaron a cumplir la orden judicial. Cambiaron el lugar y el promotor,
pusieron direcciones falsas para confundir e hicieron declaraciones belicistas en
contra de los “animalistas” y desacataron por la fuerza toda orden de autoridad.
No obstante, finalmente, como no alcanzaron a sacar los permisos municipales
para el evento, la Agencia Metropolitana de Comercio del Municipio del Distrito
Metropolitano de Quito logró suspender la pelea de gallos.
Desde 2008, nos encontramos, parafraseando a
George Orwell, en la “Rebelión en la Granja”. Por supuesto, esta obra publicada
en 1945 era una metáfora para criticar al estalinismo, pero tomamos sólo el
primer momento cuando los animales deciden desobedecer y rebelarse al granjero
en condición ceteris paribus. “todos los animales son iguales” rezaba
uno de los mandamientos en el inicio de esta obra que hoy bien puede sustentar
la emancipación de los animales que estamos experimentando. A partir de esto,
quiero dar respuesta en este artículo a las objeciones y prejuicios respecto
del reconocimiento de los gallos como sujetos de derecho. A las amenazas e
insultos, la única respuesta coherente es la indiferencia. Pero lo quiero hacer,
también metafóricamente, asumiendo el rol de Dante en la Divina Comedia
mientras atraviesa el infierno, y otorgando el de entrevistador a Virgilio.
1.
Virgilio: ¿Por qué defender a los animales y no a los humanos que están
afectados por discriminación, por ejemplo, niños que mueren de hambre?, ¿son
más importantes acaso?
Dante: Una de las objeciones
más conservadoras que se hace, de manera general, a la defensa de los derechos
es lo que podemos llamar “falacia de eliminación”. En lógica matemática a esto
le llaman “paradoja”. Así, se dice lo siguiente: “¿si Dios es tan poderoso, por
qué no hace una carga que él mismo no pueda soportar?”. Esta aparente
racionalidad es en realidad un argumento circular que sólo tiene como objeto
confundir.
En política, este argumento es muy útil. “¿Si un
político X violó derechos, puede invocar la violación de los suyos?”. La respuesta
para romper la falacia es: “este político debe ser procesado por su abuso y
tiene, también, el derecho de defenderse de la violación de los suyos” Todo
aquel que critica o se subleva contra el orden es agredido de esta manera.
Recordemos lo que se dice todo el tiempo: “eres comunista. ¿Por qué tienes casa
y auto?” Lo oculto de este razonamiento es que espera que el comunista sea un
menesteroso para que guarde coherencia con su discurso.
Sin embargo, esto no es absoluto. Por
supuesto, se exige un mínimo de coherencia. Una feminista no puede tener a
mujeres vendiendo cosméticos sin pagarles o un sindicalista no puede explotar a
la trabajadora de su hogar. Un comunista no puede ser el dueño de un holding o
una multinacional que funda su riqueza en la explotación de la mano de obra. El
objetivo de esta falacia es eliminar al otro con una tramposa racionalidad
circular.
Todos los derechos y sujetos de protección son
importantes y toda lucha social por reconocerlos es legítima. Defender animales
no significa que la defensa de otros derechos o sujetos de protección no sea necesaria,
sino que en una sociedad democrática los grupos sociales eligen sus luchas de
acuerdo a sus convicciones, formación, experiencia e ideología. Sin embargo,
todas las luchas tienen algo en común donde pueden encontrarse: la condición de
indefensión frente a sujetos que detentan el poder. En esta medida, quienes, en
términos de Husserl, elevan su consciencia, o de Marx, asumen consciencia de su
opresión, buscan empoderarse para poder transformar sus condiciones de discriminación.
En esta medida, la defensa de los animales es
la defensa de otros grupos socialmente oprimidos, pues el opresor puede ser el
mismo. Abrir un espacio de tolerancia para el bienestar o la liberación animal
tiene que ver con aquel que permitirá desarrollar el interés superior del niño,
o desarrollar el derecho de los pueblos indígenas a la tierra. También, existe
el derecho de los grupos sociales a diferenciar sus agendas de trabajo de
manera estratégica.
2.
Virgilio: ¿Por qué defender la vida de los animales y, al mismo tiempo, promover
el aborto?
Dante: Defender la vida de
los animales no supone que se menosprecie la vida de otros seres vivos. Todo lo
contrario. Defender los máximos vitales que sería llegar a un planeta que no
consuma animales supone aceptar los mínimos que sería la existencia biológica de
los seres humanos o de otras especies. Esta concepción social no es nueva ni
única de los grupos animalistas. Hay culturas milenarias que no son especistas,
por lo cual los animales y las plantes tienen el mismo rango social y filosófico
que los humanos. Las culturas orientales y las andinas son un ejemplo de ello.
De acuerdo a esto, el espacio vital no es exclusivo de los seres humanos, lo
cual llevaría a una aparente contradicción que la explicaré más adelante.
Luego, la postura respecto del aborto es
simplemente una cuestión de enfoque ético distinto. Cuando apoyamos el aborto,
en realidad, nos referimos a despenalizar el aborto, puesto que el aborto no es
algo en sí mismo deseable, pues nadie sanamente busca el dolor, la crisis ni el
sufrimiento. Tampoco todos los seres humanos abortan, solo las mujeres. Estas
puntualizaciones son importantes, puesto que la posición ética abortista es pro
vida, pero contraria a la penalización del aborto porque no es útil para evitarlo
y porque afecta a la vida y salud de las mujeres. La penalización no evita la muerte
del que está por nacer -si lo consideramos un ser humano-, pero provoca la
muerte de miles de mujeres de manera clandestina; y, las criminaliza, aún a aquellas
que tuvieron abortos espontáneos o el provocado por el aborto luego de
relaciones sexuales no consentidas. Entonces, si consideramos al feto ser humano,
el problema es la penalidad y la convicción de que la única forma de proteger
esa vida es con el castigo penal.
La erradicación social del aborto debe ser
parte de una política de prevención y de formación sexual responsable, y del
ejercicio libre de los derechos sexuales y reproductivos. Penalizar sólo
provoca muerte y sufrimiento y no protege al que está por nacer necesariamente.
Por su parte, el enfoque ético de los grupos pro vida es utilitario y fetichista,
puesto que creen que la norma y la represión policial por sí mismas tienen el
poder de evitar los patrones de conducta considerados socialmente como nocivos,
ya sea por la pureza ideal de la norma o por el carácter formal (Aquino) y
autoritario de las leyes y el Estado (Bentham y Hobbes). Por supuesto, en
sociedades aún clericales, coloniales y con una educación mediocre y autoritaria,
esta postura es la más fuerte, pues coincide, además, con el orden hegemónico en
favor de élites ignorantes y monárquicas.
En todo caso, defender la vida de los animales
y apoyar la despenalización del aborto, al menos, en los casos de violación no
es contradictorio; al contrario, busca un espacio máximo para la defensa para
vida de todos los seres vivos. Las diferencias con los grupos denominados pro
vida tienen que ver con el enfoque ético de la defensa.
3.
Virgilio: ¿Defender los derechos de los animales da una moral superior o es una
novelería?
Dante: En un orden hegemónico,
todo aquello que afecte el statu quo es considerado una novelería. El
presidente de la Corte Constitucional, respecto del matrimonio igualitario dijo
que los jueces que votaron por ello eran “enterradores de la Constitución”. Cuando
a quienes sintonizan con este orden se les va de las manos el control de las
instituciones y el derecho, sólo les queda el insulto y la calificación mordaz
de los “insurgentes”. En las redes sociales, los contradictores dicen: “¿Qué se
cree esta gente?”.
Es una estrategia de defensa desesperada de
las élites. Ellos son los que recibieron una educación privilegiada, quienes tuvieron
el tiempo para estudiar a tiempo completo y con el estómago lleno, los que
pudieron elegir qué profesión y dónde ejercerla; son ellos quienes tuvieron la
salud suficiente para que la fiebre no afecte sus neuronas. Pero eso no asegura
que sean los mejores, puesto, que en un orden colonial, no existen ascensos
sociales por méritos, sino por la cercanía al poder, por amistad, afecto,
trampa, apellido, origen social, raza, o condición de género. Nuestras élites ecuatorianas
no son distintas a nosotros, sólo tienen dinero, apellido y posición social,
pero en esencia tienen de inga o de mandinga igual que todos nosotros.
Por esta razón, cuando sus tesis se caen por
la lucha social y los argumentos, echan mano de su complejo de clase, afanes
alienatorios y proyectan a la sociedad mediante los aparatos ideológicos sus
miedos y esconden así su ignorancia. “Tendencias extranjeras”, “veleidades”, “acomplejados”,
“odiadores”, “resentidos sociales”, “degenerados”, son parte de los indicadores
de este fenómeno social. Son ellos quienes creen tener una moral superior
fundados en la tradición y no en ideas y argumentos.
Defender a los animales no supone tener una
moral superior, sino alternativa, por lo cual se necesita seriedad, respeto y
debate. No es una novelería. En una sociedad democrática, los ciudadanos deben
tener varias opciones morales y son todas importantes. Aquellas deben competir
en igualdad de condiciones para hacer la política pública con los mínimos que están
en la Constitución y en todo el ordenamiento jurídico. Una sociedad fascista es
la que se funda en una moral superior.
4.
Virgilio: ¿Por qué no defender a los perros de la calle o que están siendo
maltratados?
Dante: Los grupos
animalistas buscamos una protección integral de los animales. No obstante, debe
ser estratégica. Por supuesto, esto no es una cuestión pacífica en la actualidad.
Hay diferencias y disputas al interior, entre quienes tienen una visión más
asistencialista y otros que buscan transformar la política pública; entre
quienes son más radicales y plantean que todos los animales no deben servir de
alimento y otros que proponen el bienestar animal solamente; entre los que se
enfocan en los animales en extinción, los que lo hacen sobre los que viven en zoológicos
y los se ocupan de los animales que deambulan en las calles. Supongo que esto
pasa en todos los grupos de interés en la sociedad civil. No obstante, estas diferencias
son deseables y necesarias, pues se requiere de pluralidad política para que
sea efectivo el trabajo de promover los derechos.
También, la actuación de las organizaciones depende
de las coyunturas políticas y sociales y de la estrategia frente al contexto y
los agentes políticos en disputa.
No obstante, yo he planteado en varios
trabajos la necesidad de una protección integral y estratégica que permita el
diálogo entre las agendas, enfoques y posturas políticas al interior del movimiento
animalista. Mi idea es que existen tres grandes agendas de protección cada una
con su particularidad y horizontes políticos propios. (1) La protección de los
animales silvestres y salvajes. Ellos son los que tienen el máximo estándar, debido
al interés de la cooperación internacional, las universidades y los personajes
que influyen en la opinión pública; (2) La protección de los animales
comestibles. El mundo no es vegetariano ni vegano, pero debe crearse esa alternativa
para quien decida libremente hacerlo. Asumir esta condición de vida es un
proceso, yo mismo no lo soy aún. Es penoso serlo en una sociedad, sustancialmente,
carnívora. ¿Por qué hay que crear estar alternativa? Porque es una posición ética
dentro de la esfera de libertad humana, por salud, convicción de evitar el sufrimiento
animal, o para salvar al planeta. No obstante, mientras este proceso paulatino
y libre avanza, hay que provocar el menor sufrimiento y dolor a los animales.
Por esto, se debe asegurar el bienestar animal para ellos, lo cual tiene que
ver con garantizar una vida y una muerte libre de hambre, sed, maltrato y
tortura. Tiene que ver, también, con el manejo respetuoso y técnico de los
alimentos que provienen de animales para proteger la salud de los seres
humanos. El estándar de protección es medio a partir de regulaciones innovadoras
que están vigentes en Europa y en algunos Estados de los Estados Unidos de América
principalmente. (3) La protección de los animales de compañía. Nosotros nos
hemos encargado de humanizarlos y han vivido más de 60 mil años a nuestro lado,
asumiendo nuestros defectos y costumbres. Muchos animales que antes eran
comestibles los hemos humanizado o, incluso, en algunos lugares del mundo se
comen animales que en otros supondría un gesto realmente detestable. Por
ejemplo, en Corea se comen perros, en China se comen alacranes y en los países
andinos se comen cobayos (cuyes). El estándar de protección aquí es mínimo y
apenas comienza.
Ante esto, la agenda de lucha para la defensa
de los animales ha tenido un énfasis moderado en los animales comestibles y extremo
en los de compañía. Pero, además, muchos animales se están humanizando y están
en la transición de dejar se de ser comestibles. Algunos animales comestibles
se están convirtiendo por un proceso apenas gobernados por los seres humanos en
animales de compañía. Ya sea porque la cultura del vegetarianismo y el veganismo
avanzan en un mundo new age, por esnobismo folclórico de gente que
adopta un mini pig o un hámster, porque el mercado va desechando
especies que ya no son rentables para ser comidas, o porque existe un proceso
consciente de humanización de la condición de los animales.
Esto le está ocurriendo a los toros de lidia y
a los gallos de pelea. La prohibición de sacrificarlos por diversión en público,
aunque aún sean comestibles, representa un importante proceso de humanización
de su condición. Ambas especies se están convirtiendo lentamente en animales de
compañía junto a otras especies que ya lograron pasar el umbral de la muerte
segura, y pronto será antropofagia su consumo. Se les adelantaron los perros,
gatos, algunos roedores, peces, aves y tortugas. Por supuesto, una parte de la lucha
es evitar que los animales silvestres y salvajes se transformen en comestibles
sin dañar el equilibrio de los ecosistemas y que, por nada del mundo, sean de
compañía.
El turno histórico de rebelarse en la granja es
ahora de los gallos de pelea, aún no de las gallinas ni de otras aves que aún
son comestibles. Esto no quiere decir que el animalismo haya abandonado a los
demás animales de compañía, particularmente los perros abandonados o
maltratados. Cientos de organizaciones de manera permanente gestionan refugios
y empujan la política pública para la esterilización y adopción responsable, y para
su protección integral. Lo hacen con sus escasos recursos y las exiguas
donaciones que realiza la gente libremente y la poca cooperación internacional
interesada. Así, que es injusta la acusación de que, por preocuparse por el
liberado de turno, los gallos de pelea, no se haga nada por los demás animales
de compañía que sufren discriminación y maltrato.
Las organizaciones han logrado que se incluya
en varias leyes normas para el bienestar animal y la protección de los animales
silvestres, salvajes y de compañía. Hace poco se consiguió que se prohíba la
venta pública de perros y gatos en los pet shops en la ciudad de Quito. El
nivel de consciencia sobre la necesidad de reconocer a los animales de compañía
crece. Habernos soportado durante miles de años los hace merecedores de esta oportunidad
histórica.
5.
Virgilio: ¿Por qué defienden animales quienes no son vegetarianos o veganos?
Dante: Para defender derechos
no necesariamente se debe ser víctima de una violación específica. De hecho, un
resultado del Estado constitucional es el aumento en la exigibilidad de
derechos a partir de una ciudadanía activa y que tiene un compromiso con la
defensa. Así, puede suceder que una persona que es de Portoviejo, vive en Quito
y trabaja en Cuenca demande protección por un derrame de petróleo en una
comunidad indígena en Sucumbíos. Nada tiene que ver con esta persona, pero su
deber cívico es activar los mecanismos constitucionales para la tutela de los
derechos de los demás. Esto se denomina acción popular, por lo cual quien
activa una acción de garantía no está obligado a justificar su interés particular;
y, por su parte, los jueces deben establecer quiénes son las víctimas de la violación
de los derechos constitucionales y repararlas.
Esta cualidad de proteger derechos de los
demás sin ser las víctimas es lo que denominan “empatía”. De esta manera,
defender los derechos de las personas de opción sexual diversa no hace
homosexual a quien reclama, y no se necesita ser mujer para reclamar por sus
derechos. Sólo es necesario asumir el dolor y el sufrimiento de los demás como
propios, pues, siendo la discriminación una cuestión de poder, todos hemos sido
víctimas, directa o indirectamente, de una violación de derechos.
Por esto, es que no es necesario ser
vegetariano ni vegano para defender los derechos de los animales, pues lo que
importa es la construcción de un espacio de inclusión de quienes se encuentran
en indefensión y no puedan defenderse por sí mismos. Esto es algo más que simple
altruismo, es, una vez más, una apuesta ética por maximizar la frontera de
desarrollo de los derechos. Además, los procesos de empoderamiento en la lucha
por los derechos son progresivos y pueden tardar años para alcanzar un nivel
adecuado de compromiso y coherencia, y creo que nunca será suficiente. En mi
caso particular, no soy vegetariano ni vegano, pero estoy intentando dejar paulatinamente
el consumo de carne, cuyo hábito hemos adquirido naturalmente. No obstante,
esto no deslegitima mi participación ni mis ganas por ayudar al desarrollo de
los derechos de los animales en la medida que es necesario ampliar las
fronteras de desarrollo común de los derechos.
Por último, si alguien decide seguir siendo
carnívoro, aunque defienda los derechos de los animales, está dentro del margen
de tolerancia necesario en un contexto democrático. En el fondo, es una cuestión
de actitud de respeto y de pelear por la coherencia frente a la situación de exclusión
de los demás. Incluso, no es necesario, en realidad, a amar a los sujetos de
protección. En mi caso particular, tengo una extraña fobia a las aves que adquirí
cuando de niño mataban en serie a las gallinas para un asadero que funcionaba
debajo de mi casa. Sin embargo, me conduelo de su sufrimiento como respecto de
cualquier ser vivo que es torturado, maltratado o asesinado con el fin egoísta
de divertir o justificar una tradición absurdamente sanguinaria.
6.
Virgilio: ¿Defender a los animales es parte de una agenda de la cooperación
internacional, la cual direcciona grandes montos de dinero que enriquece a los animalistas?
Dante:
La
cooperación internacional no es un mecanismo de ayuda a los países
destinatarios de los excedentes económicos de los países desarrollados. Normalmente,
es una forma de dar trabajo a los nacionales de estos países y desarrollar
agendas políticas y económicas respecto de sus intereses empresariales y
comerciales. Así, los recursos están, generalmente, condicionados a adquirir
insumos y servicios, contratar empresas y personal de estos países a cambio de
los recursos entregados. Termina siendo un buen negocio para los países
desarrollados. En algunos casos, la entrega de estos recursos está atada a reformas
tributarias, financieras y económicas con motivos ideológicos, de control geopolítico
o de mercado.
Pero este no es el caso del movimiento
animalista. En primer lugar, porque existen otras agendas más atractivas para
los fines ya nombrados. Por citar un par de casos: políticas de drogas y
violencia contra la mujer. Un evento sobre drogas se realiza en Dubái en un
hotel 5 estrellas y con miles de invitados; pero si se trata de un taller sobre
justicia indígena o la defensa de animales, posiblemente, los mismos
capacitadores les toca poner de su bolsillo para el refrigerio que consistirá
en pan con agua de yerbaluisa.
Dentro de las agendas animalistas, la mayor
cantidad de recursos son para la preservación e investigación de los animales
salvajes y silvestres, especialmente, los más exóticos. Para el tigre de Bengala,
el ornitorrinco, el coala australiano, especies en extinción, el interés de los
cooperantes, generalmente, fundaciones de empresarios, personalidades públicas,
actores y actrices del cine, y cantantes, suele ser grande. Una especie de
pietismo y una inspiración estoica, promueven una filantropía folclórica en
favor de estas criaturas.
Para el bienestar de los animales comestibles
los recursos son menos y, son generalmente, los Estados los que suelen aportar
los recursos. Finalmente, los recursos para los animales de compañía son escasos
y, suele ser el voluntariado la fuente del activismo animalista. En consecuencia,
pensar que la defensa de los animales enriquece a los activistas, académicos o
litigantes es totalmente absurdo y resulta ser un prejuicio malicioso para
deslegitimarnos.
7.
Virgilio: ¿los gallos como sujetos de derecho ya no pueden ser comidos?
Dante:
Como
ya se explicó anteriormente, existen hay tres grandes agendas animalistas y
cada una tiene estrategias y horizontes políticos distintos. Hay que centrarnos
en el caso de los gallos de pelea, que lo que busca en la actualidad es evitar
que sean sometidos a tratos crueles y tortura, y sean obligados a combatir entre
sí de tal manera que puedan adolecer de lesiones, graves y permanentes, o la
muerte. Sin embargo, los demás gallos siguen siendo comestibles. De hecho, los
de pelea, en principio, también lo son, pero seguramente su alto valor y el duro
entrenamiento al que son sometidos no hacen de su carne algo apetecible.
Si pensamos en los animales salvajes, silvestres
y de compañía, sólo estos últimos no son comestibles, lo cual aseguraría el
mayor horizonte político de protección posible. Esto debido a lo que ya
explicamos, el proceso de humanización al que fueron sometidos. Ahora, si
tomamos a los animales sin hacer esta diferenciación, se puede entender claramente
que la adopción de los derechos, aún si son reconocidos como sujetos de
derecho, no es de suma cero, sino que es paulatino y progresivo, con avances y
retrocesos, y siempre es incierto. Pensemos en los esclavos que fueron manumitidos
al final del siglo XIX. Cuando recuperaron su libertad, apenas se logró arrebatárselos
a los esclavistas que expropiaban su fuerza de trabajo en los campos de
algodón. Al inicio, fueron los afroamericanos y luego se extendió a otros
lugares como Johannesburgo, primero fueron las libertades y después el
bienestar social. Pero los demás derechos se fueron conquistando poco a poco
luego de una larga lucha histórica que tiene como hito, por citar alguno, una
mujer negra llamada Rosa Parks que se negó a ceder su asiento a un hombre
blanco en un bus en Alabama en 1941.
Igual ocurre con los gallos de pelea. La emancipación
sólo los incluye a ellos por ahora y únicamente respecto de su uso forzado y
cruel para peleas que le provocan lesiones graves y la muerte. Eso quiere decir,
que sí se pueden comer y que no gozan de los demás derechos que deberán ir
conquistando con el tiempo. Por ello, es completamente provocativa la idea de
que con el reconocimiento de los gallos de pelea como sujetos de derechos dejan
de ser comestibles o, lo que es peor, que ningún gallo puede ser ahora comido
so pena de ir a la cárcel o ser duramente sancionado. Nada de eso es cierto.
Por el momento, los gallos son comestibles, incluso los de pelea, pero la
atribución de subjetividad es la puerta para que algún día ya no lo sean.
8.
Virgilio: ¿Las peleas de gallos son una tradición cultural que debe ser protegida?
Dante: Boaventura De Sousa
Santos, uno de los sociólogos del derecho más famosos de la actualidad, postuló
la idea de que todas las culturas son completas y, al mismo tiempo, son
incompletas. Esto significa que la complementariedad y el diálogo entre las culturas
distintas es una forma de solucionar los conflictos. Como se puede intuir, en
la actualidad, cuando se habla de “cultura” ya no sólo se refiere a la expresión
y la tradición, sino a una unidad identitaria que permite diferenciar a
diferentes grupos humanos, los cuales deben ser preservados como una entidad
con valor intrínseco y ético propio. Cultura gitana, europea, indígena, etc.,
son posibles bajo esta perspectiva y son consideradas en muchos lugares hoy
como sujetos de derecho en sí mismo. En Ecuador, desde la Constitución de 1998,
se reconocieron los derechos colectivos de los pueblos indígenas y, desde la de
2008, explícitamente, al sujeto colectivo pueblo, nacionalidad, comuna o
comunidad.
Lo dicho aleja la cultura de su origen elitista,
colonial y eurocéntrico. Ya no es solamente una expresión, tradición, o conjunto
de maneras sociales de referencia o “buenas costumbres”, o sinónimo de conocimiento
o admiración de las artes europeas. En todo caso, estas expresiones o
tradiciones sí están protegidas, al igual que las unidades identitarias por el Derecho
Internacional Público.
Sin embargo, no todas las expresiones o prácticas
culturales son legítimas. Aceptar lo contrario sería caer en lo que se denomina
“relativismo cultural”. Existen prácticas que in limine son contrarias a
los Derechos Humanos. Citemos algunas: la ablación del clítoris de las mujeres
del norte del África, la lapidación de las mujeres adúlteras en Medio Oriente,
o el matrimonio entre niños que se practica en la India. ¿Deben estas prácticas
culturales, por muy milenarias que sean, mantenerse? Definitiva y rotundamente,
no. No obstante, existen otras prácticas que no son tan evidentemente nocivas. Éstas
deben someterse al diálogo intercultural. Un caso que puede ilustrar esto es el
trabajo infantil en las comunidades indígenas mientras tenga un fin educativo,
de socialización y de subsistencia económica.
Ahora, si se reconoce a los gallos como sujetos
de derecho, su tortura y muerte cruel es totalmente inaceptable, porque eso
sería anularlos y porque, además, es una frivolidad causar estos daños
aberrantes e inhumanos sin ningún fin constitucionalmente aceptable que no sea
la diversión mediante la apología de la violencia, la prepotencia machista y el
abuso del poder ejercido sobre quien no puede defenderse por sí mismo. Es,
entonces, un acto de cobardía lastimar a estos seres vivos sin ninguna utilidad.
Esta actitud demente de causar dolor y disfrutar de él afecta, además, a los
demás ciudadanos, especialmente, a los niños, niñas y adolescentes, promoviendo
la violencia estructural y la cultura de la muerte sin ningún motivo. Tan cruel
resulta esto como lanzar a los leones a los primeros cristianos o las peleas de
gladiadores extranjeros cuyo premio era sobrevivir matando a su oponente en la
arena romana en el siglo I de nuestra era.
Además, no hay que olvidar que sobre el
justificativo de la “tradición” se han cometido las más aberrantes violaciones
de los derechos. Golpear a una mujer se creyó hasta hace poco como algo natural
y parte del hábito social y necesario de los ecuatorianos; castigar a los niños
con saña como método de aprendizaje se practica aún en algunos centros
educativos con la complacencia y aprobación de sus padres; hacer trampa y pagar
por ello en un concurso público, incluir un sobreprecio en nuestro favor en los
contratos que luego no se cumplirán. ¿Todas estas prácticas culturales milenarias
deben mantenerse?
Las peleas de gallos son espectáculos
sanguinarios y despiadados que promueven una sociedad sin más ley que la fuerza
bruta, y donde se sacrifica a seres inocentes para divertir a un público ebrio
de sangre y barbarie.
9.
Virgilio: ¿Las peleas de gallos son una competencia en iguales condiciones y no
es como las corridas de toros donde el ser humano mata a un indefenso animal?
Dante: Uno de los argumentos
formales que esgrimen los galleros hace referencia a que la consulta popular
incluye sólo a la prohibición de las corridas de toros y no a las peleas de
gallos. En realidad, la pregunta aprobada en varios cantones, particularmente,
en Quito, no establece esa diferencia. Fue Rafael Correa quien dijo eso en un
enlace ciudadano. Por otro lado, lo aprobado por el pueblo en esta consulta
tiene carácter obligatorio y no necesita ninguna norma secundaria para tener vigencia.
Esto ocurre por dos razones. Primero, porque la pregunta tuvo dictamen previo favorable
de la Corte Constitucional y, segundo, porque el artículo 436.1 de la Constitución
permite que el dictamen de la Corte adquiera fuerza vinculante, por tanto, rango
constitucional.
Luego, el argumento material es que, en las corridas
de toro, en todo caso, existe un enfrentamiento desigual entre un toro mermado
y un torero armado y protegido que le da muerte sin más. Mientras que en las
peleas de gallos existe un combate entre dos animales en igualdad de condiciones,
quienes tienen por naturaleza un ánimo de pelear y que, incluso, disfrutan de
aquello.
Este argumento no es cierto, puesto que, en las
peleas de gallo, igual que en las corridas de toros, los animales no pueden decidir
y son obligados por los seres humanos a combatir en condiciones desiguales. Esta
capacidad de decidir en los gallos no existe, como tampoco existiría entre dos
niños que son entrenados por adultos para pelear. Por supuesto, la diferencia sería
que, en todo caso, los niños desarrollarán progresivamente su capacidad de
decidir y ser autónomos, mientras que los animales no lo podrán alcanzar jamás,
lo cual los vuelve más vulnerables aún. Además, está demostrado que el comportamiento
violento no es natural en ninguna especie y que depende del entorno, ya sea de
manera natural o por la intervención de la especie más peligrosa de la naturaleza,
el ser humano. Incluso, esta lógica se aplica al mismo ser humano, quien no es
por naturaleza peligroso, sino que su comportamiento puede verse influido por
la experiencia vital, el entorno y la interacción con sus semejantes.
En resumen, en una pela de gallos igual que
una corrida de toros, los animales están en desigual condición respecto del ser
humano. La diferencia es que, en el caso de los toros, la estocada final la da
un ser humano directamente; y, en la pelea de gallos, la muerte la propicia
otro animal obligado por un ser humano, lo cual aumenta su crueldad y abominación.
Imaginen solamente a los judíos que fueron obligados a cavar sus propias fosas
antes de ser ejecutados en las cercanías de un campo de concentración durante
la Segunda Guerra Mundial.
10.
Virgilio: ¿Prohibir las peleas de gallos afecta el derecho al trabajo de los
promotores y toda la cadena comercial?
Dante: Por supuesto que lo
afecta. Las peleas de gallos son un negocio rentable y mueve una cadena económica
en los sectores periurbanos y rurales. Pero aquí la pregunta es: “¿todo negocio
rentable debe ser protegido sin más?”. Si aplicamos esta lógica a todos los negocios,
tendríamos algunas actividades que pueden generar daños a los derechos de las
personas que serían totalmente lícitas y éticamente correctas. La trata y el
tráfico de personas con fines de explotación sexual, mendicidad y tráfico de órganos,
el tráfico de drogas, la venta de armas en el mercado negro, la pornografía
infantil serían algunos de los negocios legítimos a pesar del daño que
infringen a todo el planeta.
Esta afectación es más grave si consideramos que
nuestro mercado es precapitalista y existe una escasa o casi nula capacidad
empresarial y poca cultura de invención e innovación, sumado a las estructuras
oligopólicas y coloniales que acumulan las riquezas en pocas manos.
Lo justo, en realidad, fuera que el Estado promueva
un reemplazo progresivo y planificado de la matriz del negocio de la pelea de
gallos por otras actividades productivas, mediante políticas de incentivo y
procesos negociados con los grupos de galleros. No obstante, esto se dificulta por
la negativa de estos grupos a asumir otras actividades y por la defensa a
ultranza de una supuesta tradición milenaria que no están dispuestos a negociar,
y por la debilidad de las instituciones políticas para propiciar este tipo de
políticas.
11.
Virgilio: ¿Van a desaparecer las especies de gallos de pelea por la
prohibición?
Dante: Seguramente, pero esto
no es algo seguro ni definitivo. Lo mismo se dijo respecto de la prohibición de
las peleas clandestinas de perros pitbull. Pero la evidencia contradice esta
afirmación. Una vez que se han ido erradicando las peleas de perros pitbull, dejó
de ser económicamente rentable su comercialización, pero no desaparecieron, al contrario,
se diversificaron las variedades, pues se descubrió que son excelentes cuidadores
de los niños y, muy distinto al estigma que se ha creado alrededor suyo, son perros
dulces y dóciles.
Por otra parte, algunos animales volvieron a
ser salvajes por razones fortuitas o porque los seres humanos ya no los
consideraron útiles, tal como ocurrió con los caballos salvajes cimarrones de
Norteamérica o los lobos que dejan de usar los esquimales por la adquisición de
medios tecnológicos.
A los gallos les puede ocurrir algo parecido, si
se transforma su uso comercial. Pueden ser exhibidos en concursos donde se
valore su belleza y rasgos especiales sin necesidad de que la tortura y la
muerte sean motivo de lucro o pudieran, en gran medida, volver a ser animales salvajes
o silvestres. Normalmente, las especies suelen adaptarse rápidamente a las
nuevas condiciones ambientales y sobrevivir, y si no, pues la selección natural
de las especies hará su trabajo.
12.
Virgilio: ¿Cuál es el futuro de la lucha animalista?
Dante: El reconocimiento es
el motor de la historia como lo postuló Hegel. Se presenta como un proceso evolutivo
indetenible, pero con avances y retrocesos como lo observara Adorno. Una vez
que los animales han comenzado su rebelión en la granja este proceso es
irreversible y puede ser una de las pocas oportunidades que tenga el Planeta de
subsistir, pero también puede alterar la realidad tal como la conocemos. ¿Es posible
la permanencia de la humanidad sin consumir animales? Por ahora, no parece
existir alternativas para el acopio de bioenergía alternativa tomando en cuenta
que genéticamente estamos condicionados a consumir carne y por la propia lógica
automática del consumismo global. El vegetarianismo y el veganismo son una
alternativa viable para romper esta cadena de dependencia genética, pero no sabemos
hasta dónde puede ser sostenible, pues la naturaleza se basa en un complejo
equilibrio entre flora y fauna, y no es posible predecir que sería de ese equilibrio
si dejáramos de comer animales. Deberíamos encontrar otras alternativas de bioenergía
no animal ni vegetal dentro de esta posición ética.
¿Cuál es el límite del proceso de humanización
de los animales de compañía? Evolutivamente, pueden los animales adquirir las mismas
capacidades de los seres humanos y llegar, incluso, a dominar la tierra y a los
seres humanos del futuro. Esto es demostrable, pues los animales han adquirido
destrezas y vicios en su relación con los seres humanos. ¿Se convertirán en déspotas
como los seres humanos de hoy, de manera semejante a lo que ocurre en la obra
de Orwell?
¿Esta lucha detendrá el progreso sin fin y la
acumulación capitalista? Al parecer, el mercado y el consumismo han aprendido a
sobrevivir como las especies más sofisticadas de la naturaleza. Y esto no está
cerca mientras la fuente de la energía del Planeta no sea la energía solar y la
hegemonía política del mercado no sea derrotada con otras alternativas viables
y atractivas a la simple acumulación. El comunitarismo y la disminución del
consumo tienen ese potencial y son el principal enemigo del capitalismo global,
por eso su proscripción, marginalidad, insurgencia y subversión frente al orden
abiertamente inmoral sobre el que funciona el mundo hoy.
Por ahora, lo único claro es que en Ecuador
los gallos hoy cantan al amanecer ya no para marcar su territorio ni hacer notar
su predisposición al cortejo, sino para anunciar el inicio de una rebelión
necesaria en esta granja redonda, azul y con tres partes de agua salada que
está agonizando en silencio.
Buen analisis ya comparto
ResponderEliminarEstimado amigo, muchas gracias.
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