Ecuador reconoce a los gallos de pelea como sujetos de derecho: contestación a las objeciones y prejuicios




Ecuador reconoce a los gallos de pelea como sujetos de derecho: contestación a las objeciones y prejuicios

Por: Luis Fernando Ávila Linzán.
Foto por: www.elindependiente.news
La lucha y reflexión por los derechos de los animales no es nueva. Bajo un criterio utilitarista clásico, Bentham consideraba que la base ética para atribuirle derechos a cualquier ser vivo debería ser la capacidad de sentir dolor y experimentar sufrimiento. A esta posición liberal y utilitaria se le denomina “sensismo”. Aquello influiría luego en la posición filosófica de Peter Singer, quien escribió en 1975 el libro más importante del movimiento animalista del mundo: “Liberación Animal”. Por esto la idea de Singer es minimizar el sufrimiento de los animales. Esta posición teórico-política se convirtió en una crítica al antropocentrismo que considera que los seres humanos son el único sujeto histórico y, por tal razón, el único con un valor moral intrínseco en la naturaleza. Singer va más allá, la oposición es, además, contra el especismo, que da prevalencia a una sola especie respecto de las demás que se subordinan a ella.
En lo político, el antropocentrismo y el especismo están justificados por la necesidad de explotar la naturaleza en beneficio de los seres humanos, lo cual permite el desarrollo de la sociedad capitalista sobre la base de la acumulación de las riquezas en pocas manos. Este ideal del progreso sin fin se radicalizó a finales del siglo XIX con la industrialización y se volvió insostenible a mediados del siglo XX. Esto fue advertido por varios estudios, dirigentes políticos y activistas de todo el mundo antes de la Declaración de Estocolmo de 1972: si no se detenía el uso irracional de los recursos naturales, el planeta estaba condenado a la destrucción. La sentencia fatal se convirtió en una posibilidad real luego del informe sobre calentamiento global de Al Gore.
En este contexto, Ecuador reconoce a la naturaleza como sujeta de derechos y los derechos particulares de la naturaleza, lo cual llevó a varias normas para el bienestar animal y la protección integral de los animales en varias normas legales y reglamentarias, y a hacer una consulta cantonal a la población sobre la prohibición de hacer eventos públicos donde se provoque la muerte de los animales en 2011. Ello supuso suspender progresivamente en los cantones donde esta pregunta fue respondida afirmativamente las corridas de toros.
Al mismo tiempo, se aplicó litigio estratégico a varios casos. El primero fue el la perra pitbull Atena que fue tratada como sujeto en el proceso y se determinó que era rehabilitable y que su agresividad se debía al maltrato recibido por sus cuidadores. Luego, en Loja un juez reconoció a un río como sujeto de derechos y en varios lugares se lograron, con el apoyo de varias organizaciones, sanciones penales por maltrato contra animales y una sentencia de la Corte Provincial de Sucumbíos que ordenó una reparación millonaria a Chevron por daños a la naturaleza. Hace poco, una jueza en Quito negó una acción de protección contra Urbanimal, institución a cargo de la protección de perros y gatos y que depende del Municipio de la ciudad. En esta sentencia, sin embargo, se debatió sobre la condición de los perros como sujetos de derecho. Si bien la jueza reconoció esta cualidad, dijo que no estaba legitimada para declararla judicialmente.
Así, llegamos a diciembre de 2019 cuando varias organizaciones animalistas presentaron un pedido de medidas cautelares constitucionales con el fin de que se suspenda en Quito, cantón donde ganó la consulta popular la prohibición, una pela de gallos organizada por varios grupos de criadores de “gallos de combate” y la Sociedad Protectora del Gallo de Combate del Ecuador”.
El apoyo de la ciudadanía respecto de los perros, fue abrumador. Con relación a los toros, no fue tan fácil, puesto que en Quito se desarrollaba una de las ferias de toros más célebres del mundo y que movía muchos recursos económicos y humanos: “La Feria Jesús del Gran Poder”. Se logró, a pesar de ello, conmover a la opinión pública para proscribir las peleas de perros pitbull y las corridas de toros. Sin embargo, las peleas de gallos se mantuvieron, incluso apoyadas desde el gobierno de Correa, quien dedicó un enlace ciudadano al tema, puesto que las encuestas demostraban que disminuía peligrosamente el apoyo a la pregunta de la consulta popular sobre los animales en 2011. En realidad, le preocupaba el apoyo ciudadano a toda la consulta, especialmente, a la pregunta sobre la reestructuración de la justicia que le permitiría nombrar a dedo a las autoridades del Poder Judicial y la Corte Constitucional.
Finalmente, llegamos al 4 de diciembre cuando la jueza Ortiz en Quito otorgó medidas cautelares y suspendió la pelea de gallos programada para el 6 de diciembre, fiesta de la fundación española de la ciudad. Tuvo que declarar la calidad de sujetos de derechos para los gallos, puesto que era la única manera de justificar las medidas cautelares, puesto que no sería jurídico si los gallos fueran simplemente cosas. El apoyo ciudadano fue adverso y las redes sociales se llenaron de insultos y amenazas a los activistas y a los abogados que patrocinamos el caso. “Mercachifles”, “ignorantes”, “comunistas”, “noveleros”, “hambreadores”; “les vamos a enseñar”, “somos más de tres millones”, “les vamos a dar su merecido”, “marihuaneros”, “abogaduchos”, “ignorantes”, fueron parte de las expresiones de rechazo. También, hubo argumentos de todo tipo y tono, unos prejuiciados y otros con algo de sustento. Los galleros arremetieron con todo y se negaron a cumplir la orden judicial. Cambiaron el lugar y el promotor, pusieron direcciones falsas para confundir e hicieron declaraciones belicistas en contra de los “animalistas” y desacataron por la fuerza toda orden de autoridad. No obstante, finalmente, como no alcanzaron a sacar los permisos municipales para el evento, la Agencia Metropolitana de Comercio del Municipio del Distrito Metropolitano de Quito logró suspender la pelea de gallos.
Desde 2008, nos encontramos, parafraseando a George Orwell, en la “Rebelión en la Granja”. Por supuesto, esta obra publicada en 1945 era una metáfora para criticar al estalinismo, pero tomamos sólo el primer momento cuando los animales deciden desobedecer y rebelarse al granjero en condición ceteris paribus. “todos los animales son iguales” rezaba uno de los mandamientos en el inicio de esta obra que hoy bien puede sustentar la emancipación de los animales que estamos experimentando. A partir de esto, quiero dar respuesta en este artículo a las objeciones y prejuicios respecto del reconocimiento de los gallos como sujetos de derecho. A las amenazas e insultos, la única respuesta coherente es la indiferencia. Pero lo quiero hacer, también metafóricamente, asumiendo el rol de Dante en la Divina Comedia mientras atraviesa el infierno, y otorgando el de entrevistador a Virgilio.

1. Virgilio: ¿Por qué defender a los animales y no a los humanos que están afectados por discriminación, por ejemplo, niños que mueren de hambre?, ¿son más importantes acaso?
Dante: Una de las objeciones más conservadoras que se hace, de manera general, a la defensa de los derechos es lo que podemos llamar “falacia de eliminación”. En lógica matemática a esto le llaman “paradoja”. Así, se dice lo siguiente: “¿si Dios es tan poderoso, por qué no hace una carga que él mismo no pueda soportar?”. Esta aparente racionalidad es en realidad un argumento circular que sólo tiene como objeto confundir.
En política, este argumento es muy útil. “¿Si un político X violó derechos, puede invocar la violación de los suyos?”. La respuesta para romper la falacia es: “este político debe ser procesado por su abuso y tiene, también, el derecho de defenderse de la violación de los suyos” Todo aquel que critica o se subleva contra el orden es agredido de esta manera. Recordemos lo que se dice todo el tiempo: “eres comunista. ¿Por qué tienes casa y auto?” Lo oculto de este razonamiento es que espera que el comunista sea un menesteroso para que guarde coherencia con su discurso.
Sin embargo, esto no es absoluto. Por supuesto, se exige un mínimo de coherencia. Una feminista no puede tener a mujeres vendiendo cosméticos sin pagarles o un sindicalista no puede explotar a la trabajadora de su hogar. Un comunista no puede ser el dueño de un holding o una multinacional que funda su riqueza en la explotación de la mano de obra. El objetivo de esta falacia es eliminar al otro con una tramposa racionalidad circular.
Todos los derechos y sujetos de protección son importantes y toda lucha social por reconocerlos es legítima. Defender animales no significa que la defensa de otros derechos o sujetos de protección no sea necesaria, sino que en una sociedad democrática los grupos sociales eligen sus luchas de acuerdo a sus convicciones, formación, experiencia e ideología. Sin embargo, todas las luchas tienen algo en común donde pueden encontrarse: la condición de indefensión frente a sujetos que detentan el poder. En esta medida, quienes, en términos de Husserl, elevan su consciencia, o de Marx, asumen consciencia de su opresión, buscan empoderarse para poder transformar sus condiciones de discriminación.
En esta medida, la defensa de los animales es la defensa de otros grupos socialmente oprimidos, pues el opresor puede ser el mismo. Abrir un espacio de tolerancia para el bienestar o la liberación animal tiene que ver con aquel que permitirá desarrollar el interés superior del niño, o desarrollar el derecho de los pueblos indígenas a la tierra. También, existe el derecho de los grupos sociales a diferenciar sus agendas de trabajo de manera estratégica.

2. Virgilio: ¿Por qué defender la vida de los animales y, al mismo tiempo, promover el aborto?
Dante: Defender la vida de los animales no supone que se menosprecie la vida de otros seres vivos. Todo lo contrario. Defender los máximos vitales que sería llegar a un planeta que no consuma animales supone aceptar los mínimos que sería la existencia biológica de los seres humanos o de otras especies. Esta concepción social no es nueva ni única de los grupos animalistas. Hay culturas milenarias que no son especistas, por lo cual los animales y las plantes tienen el mismo rango social y filosófico que los humanos. Las culturas orientales y las andinas son un ejemplo de ello. De acuerdo a esto, el espacio vital no es exclusivo de los seres humanos, lo cual llevaría a una aparente contradicción que la explicaré más adelante.
Luego, la postura respecto del aborto es simplemente una cuestión de enfoque ético distinto. Cuando apoyamos el aborto, en realidad, nos referimos a despenalizar el aborto, puesto que el aborto no es algo en sí mismo deseable, pues nadie sanamente busca el dolor, la crisis ni el sufrimiento. Tampoco todos los seres humanos abortan, solo las mujeres. Estas puntualizaciones son importantes, puesto que la posición ética abortista es pro vida, pero contraria a la penalización del aborto porque no es útil para evitarlo y porque afecta a la vida y salud de las mujeres. La penalización no evita la muerte del que está por nacer -si lo consideramos un ser humano-, pero provoca la muerte de miles de mujeres de manera clandestina; y, las criminaliza, aún a aquellas que tuvieron abortos espontáneos o el provocado por el aborto luego de relaciones sexuales no consentidas. Entonces, si consideramos al feto ser humano, el problema es la penalidad y la convicción de que la única forma de proteger esa vida es con el castigo penal.
La erradicación social del aborto debe ser parte de una política de prevención y de formación sexual responsable, y del ejercicio libre de los derechos sexuales y reproductivos. Penalizar sólo provoca muerte y sufrimiento y no protege al que está por nacer necesariamente. Por su parte, el enfoque ético de los grupos pro vida es utilitario y fetichista, puesto que creen que la norma y la represión policial por sí mismas tienen el poder de evitar los patrones de conducta considerados socialmente como nocivos, ya sea por la pureza ideal de la norma o por el carácter formal (Aquino) y autoritario de las leyes y el Estado (Bentham y Hobbes). Por supuesto, en sociedades aún clericales, coloniales y con una educación mediocre y autoritaria, esta postura es la más fuerte, pues coincide, además, con el orden hegemónico en favor de élites ignorantes y monárquicas.
En todo caso, defender la vida de los animales y apoyar la despenalización del aborto, al menos, en los casos de violación no es contradictorio; al contrario, busca un espacio máximo para la defensa para vida de todos los seres vivos. Las diferencias con los grupos denominados pro vida tienen que ver con el enfoque ético de la defensa.

3. Virgilio: ¿Defender los derechos de los animales da una moral superior o es una novelería?
Dante: En un orden hegemónico, todo aquello que afecte el statu quo es considerado una novelería. El presidente de la Corte Constitucional, respecto del matrimonio igualitario dijo que los jueces que votaron por ello eran “enterradores de la Constitución”. Cuando a quienes sintonizan con este orden se les va de las manos el control de las instituciones y el derecho, sólo les queda el insulto y la calificación mordaz de los “insurgentes”. En las redes sociales, los contradictores dicen: “¿Qué se cree esta gente?”.
Es una estrategia de defensa desesperada de las élites. Ellos son los que recibieron una educación privilegiada, quienes tuvieron el tiempo para estudiar a tiempo completo y con el estómago lleno, los que pudieron elegir qué profesión y dónde ejercerla; son ellos quienes tuvieron la salud suficiente para que la fiebre no afecte sus neuronas. Pero eso no asegura que sean los mejores, puesto, que en un orden colonial, no existen ascensos sociales por méritos, sino por la cercanía al poder, por amistad, afecto, trampa, apellido, origen social, raza, o condición de género. Nuestras élites ecuatorianas no son distintas a nosotros, sólo tienen dinero, apellido y posición social, pero en esencia tienen de inga o de mandinga igual que todos nosotros.
Por esta razón, cuando sus tesis se caen por la lucha social y los argumentos, echan mano de su complejo de clase, afanes alienatorios y proyectan a la sociedad mediante los aparatos ideológicos sus miedos y esconden así su ignorancia. “Tendencias extranjeras”, “veleidades”, “acomplejados”, “odiadores”, “resentidos sociales”, “degenerados”, son parte de los indicadores de este fenómeno social. Son ellos quienes creen tener una moral superior fundados en la tradición y no en ideas y argumentos.
Defender a los animales no supone tener una moral superior, sino alternativa, por lo cual se necesita seriedad, respeto y debate. No es una novelería. En una sociedad democrática, los ciudadanos deben tener varias opciones morales y son todas importantes. Aquellas deben competir en igualdad de condiciones para hacer la política pública con los mínimos que están en la Constitución y en todo el ordenamiento jurídico. Una sociedad fascista es la que se funda en una moral superior.

4. Virgilio: ¿Por qué no defender a los perros de la calle o que están siendo maltratados?
Dante: Los grupos animalistas buscamos una protección integral de los animales. No obstante, debe ser estratégica. Por supuesto, esto no es una cuestión pacífica en la actualidad. Hay diferencias y disputas al interior, entre quienes tienen una visión más asistencialista y otros que buscan transformar la política pública; entre quienes son más radicales y plantean que todos los animales no deben servir de alimento y otros que proponen el bienestar animal solamente; entre los que se enfocan en los animales en extinción, los que lo hacen sobre los que viven en zoológicos y los se ocupan de los animales que deambulan en las calles. Supongo que esto pasa en todos los grupos de interés en la sociedad civil. No obstante, estas diferencias son deseables y necesarias, pues se requiere de pluralidad política para que sea efectivo el trabajo de promover los derechos.
También, la actuación de las organizaciones depende de las coyunturas políticas y sociales y de la estrategia frente al contexto y los agentes políticos en disputa.
No obstante, yo he planteado en varios trabajos la necesidad de una protección integral y estratégica que permita el diálogo entre las agendas, enfoques y posturas políticas al interior del movimiento animalista. Mi idea es que existen tres grandes agendas de protección cada una con su particularidad y horizontes políticos propios. (1) La protección de los animales silvestres y salvajes. Ellos son los que tienen el máximo estándar, debido al interés de la cooperación internacional, las universidades y los personajes que influyen en la opinión pública; (2) La protección de los animales comestibles. El mundo no es vegetariano ni vegano, pero debe crearse esa alternativa para quien decida libremente hacerlo. Asumir esta condición de vida es un proceso, yo mismo no lo soy aún. Es penoso serlo en una sociedad, sustancialmente, carnívora. ¿Por qué hay que crear estar alternativa? Porque es una posición ética dentro de la esfera de libertad humana, por salud, convicción de evitar el sufrimiento animal, o para salvar al planeta. No obstante, mientras este proceso paulatino y libre avanza, hay que provocar el menor sufrimiento y dolor a los animales. Por esto, se debe asegurar el bienestar animal para ellos, lo cual tiene que ver con garantizar una vida y una muerte libre de hambre, sed, maltrato y tortura. Tiene que ver, también, con el manejo respetuoso y técnico de los alimentos que provienen de animales para proteger la salud de los seres humanos. El estándar de protección es medio a partir de regulaciones innovadoras que están vigentes en Europa y en algunos Estados de los Estados Unidos de América principalmente. (3) La protección de los animales de compañía. Nosotros nos hemos encargado de humanizarlos y han vivido más de 60 mil años a nuestro lado, asumiendo nuestros defectos y costumbres. Muchos animales que antes eran comestibles los hemos humanizado o, incluso, en algunos lugares del mundo se comen animales que en otros supondría un gesto realmente detestable. Por ejemplo, en Corea se comen perros, en China se comen alacranes y en los países andinos se comen cobayos (cuyes). El estándar de protección aquí es mínimo y apenas comienza.
Ante esto, la agenda de lucha para la defensa de los animales ha tenido un énfasis moderado en los animales comestibles y extremo en los de compañía. Pero, además, muchos animales se están humanizando y están en la transición de dejar se de ser comestibles. Algunos animales comestibles se están convirtiendo por un proceso apenas gobernados por los seres humanos en animales de compañía. Ya sea porque la cultura del vegetarianismo y el veganismo avanzan en un mundo new age, por esnobismo folclórico de gente que adopta un mini pig o un hámster, porque el mercado va desechando especies que ya no son rentables para ser comidas, o porque existe un proceso consciente de humanización de la condición de los animales.
Esto le está ocurriendo a los toros de lidia y a los gallos de pelea. La prohibición de sacrificarlos por diversión en público, aunque aún sean comestibles, representa un importante proceso de humanización de su condición. Ambas especies se están convirtiendo lentamente en animales de compañía junto a otras especies que ya lograron pasar el umbral de la muerte segura, y pronto será antropofagia su consumo. Se les adelantaron los perros, gatos, algunos roedores, peces, aves y tortugas. Por supuesto, una parte de la lucha es evitar que los animales silvestres y salvajes se transformen en comestibles sin dañar el equilibrio de los ecosistemas y que, por nada del mundo, sean de compañía.
El turno histórico de rebelarse en la granja es ahora de los gallos de pelea, aún no de las gallinas ni de otras aves que aún son comestibles. Esto no quiere decir que el animalismo haya abandonado a los demás animales de compañía, particularmente los perros abandonados o maltratados. Cientos de organizaciones de manera permanente gestionan refugios y empujan la política pública para la esterilización y adopción responsable, y para su protección integral. Lo hacen con sus escasos recursos y las exiguas donaciones que realiza la gente libremente y la poca cooperación internacional interesada. Así, que es injusta la acusación de que, por preocuparse por el liberado de turno, los gallos de pelea, no se haga nada por los demás animales de compañía que sufren discriminación y maltrato.
Las organizaciones han logrado que se incluya en varias leyes normas para el bienestar animal y la protección de los animales silvestres, salvajes y de compañía. Hace poco se consiguió que se prohíba la venta pública de perros y gatos en los pet shops en la ciudad de Quito. El nivel de consciencia sobre la necesidad de reconocer a los animales de compañía crece. Habernos soportado durante miles de años los hace merecedores de esta oportunidad histórica.

5. Virgilio: ¿Por qué defienden animales quienes no son vegetarianos o veganos?
Dante: Para defender derechos no necesariamente se debe ser víctima de una violación específica. De hecho, un resultado del Estado constitucional es el aumento en la exigibilidad de derechos a partir de una ciudadanía activa y que tiene un compromiso con la defensa. Así, puede suceder que una persona que es de Portoviejo, vive en Quito y trabaja en Cuenca demande protección por un derrame de petróleo en una comunidad indígena en Sucumbíos. Nada tiene que ver con esta persona, pero su deber cívico es activar los mecanismos constitucionales para la tutela de los derechos de los demás. Esto se denomina acción popular, por lo cual quien activa una acción de garantía no está obligado a justificar su interés particular; y, por su parte, los jueces deben establecer quiénes son las víctimas de la violación de los derechos constitucionales y repararlas.
Esta cualidad de proteger derechos de los demás sin ser las víctimas es lo que denominan “empatía”. De esta manera, defender los derechos de las personas de opción sexual diversa no hace homosexual a quien reclama, y no se necesita ser mujer para reclamar por sus derechos. Sólo es necesario asumir el dolor y el sufrimiento de los demás como propios, pues, siendo la discriminación una cuestión de poder, todos hemos sido víctimas, directa o indirectamente, de una violación de derechos.
Por esto, es que no es necesario ser vegetariano ni vegano para defender los derechos de los animales, pues lo que importa es la construcción de un espacio de inclusión de quienes se encuentran en indefensión y no puedan defenderse por sí mismos. Esto es algo más que simple altruismo, es, una vez más, una apuesta ética por maximizar la frontera de desarrollo de los derechos. Además, los procesos de empoderamiento en la lucha por los derechos son progresivos y pueden tardar años para alcanzar un nivel adecuado de compromiso y coherencia, y creo que nunca será suficiente. En mi caso particular, no soy vegetariano ni vegano, pero estoy intentando dejar paulatinamente el consumo de carne, cuyo hábito hemos adquirido naturalmente. No obstante, esto no deslegitima mi participación ni mis ganas por ayudar al desarrollo de los derechos de los animales en la medida que es necesario ampliar las fronteras de desarrollo común de los derechos.
Por último, si alguien decide seguir siendo carnívoro, aunque defienda los derechos de los animales, está dentro del margen de tolerancia necesario en un contexto democrático. En el fondo, es una cuestión de actitud de respeto y de pelear por la coherencia frente a la situación de exclusión de los demás. Incluso, no es necesario, en realidad, a amar a los sujetos de protección. En mi caso particular, tengo una extraña fobia a las aves que adquirí cuando de niño mataban en serie a las gallinas para un asadero que funcionaba debajo de mi casa. Sin embargo, me conduelo de su sufrimiento como respecto de cualquier ser vivo que es torturado, maltratado o asesinado con el fin egoísta de divertir o justificar una tradición absurdamente sanguinaria.

6. Virgilio: ¿Defender a los animales es parte de una agenda de la cooperación internacional, la cual direcciona grandes montos de dinero que enriquece a los animalistas?
Dante: La cooperación internacional no es un mecanismo de ayuda a los países destinatarios de los excedentes económicos de los países desarrollados. Normalmente, es una forma de dar trabajo a los nacionales de estos países y desarrollar agendas políticas y económicas respecto de sus intereses empresariales y comerciales. Así, los recursos están, generalmente, condicionados a adquirir insumos y servicios, contratar empresas y personal de estos países a cambio de los recursos entregados. Termina siendo un buen negocio para los países desarrollados. En algunos casos, la entrega de estos recursos está atada a reformas tributarias, financieras y económicas con motivos ideológicos, de control geopolítico o de mercado.
Pero este no es el caso del movimiento animalista. En primer lugar, porque existen otras agendas más atractivas para los fines ya nombrados. Por citar un par de casos: políticas de drogas y violencia contra la mujer. Un evento sobre drogas se realiza en Dubái en un hotel 5 estrellas y con miles de invitados; pero si se trata de un taller sobre justicia indígena o la defensa de animales, posiblemente, los mismos capacitadores les toca poner de su bolsillo para el refrigerio que consistirá en pan con agua de yerbaluisa.
Dentro de las agendas animalistas, la mayor cantidad de recursos son para la preservación e investigación de los animales salvajes y silvestres, especialmente, los más exóticos. Para el tigre de Bengala, el ornitorrinco, el coala australiano, especies en extinción, el interés de los cooperantes, generalmente, fundaciones de empresarios, personalidades públicas, actores y actrices del cine, y cantantes, suele ser grande. Una especie de pietismo y una inspiración estoica, promueven una filantropía folclórica en favor de estas criaturas.
Para el bienestar de los animales comestibles los recursos son menos y, son generalmente, los Estados los que suelen aportar los recursos. Finalmente, los recursos para los animales de compañía son escasos y, suele ser el voluntariado la fuente del activismo animalista. En consecuencia, pensar que la defensa de los animales enriquece a los activistas, académicos o litigantes es totalmente absurdo y resulta ser un prejuicio malicioso para deslegitimarnos.

7. Virgilio: ¿los gallos como sujetos de derecho ya no pueden ser comidos?
Dante: Como ya se explicó anteriormente, existen hay tres grandes agendas animalistas y cada una tiene estrategias y horizontes políticos distintos. Hay que centrarnos en el caso de los gallos de pelea, que lo que busca en la actualidad es evitar que sean sometidos a tratos crueles y tortura, y sean obligados a combatir entre sí de tal manera que puedan adolecer de lesiones, graves y permanentes, o la muerte. Sin embargo, los demás gallos siguen siendo comestibles. De hecho, los de pelea, en principio, también lo son, pero seguramente su alto valor y el duro entrenamiento al que son sometidos no hacen de su carne algo apetecible.
Si pensamos en los animales salvajes, silvestres y de compañía, sólo estos últimos no son comestibles, lo cual aseguraría el mayor horizonte político de protección posible. Esto debido a lo que ya explicamos, el proceso de humanización al que fueron sometidos. Ahora, si tomamos a los animales sin hacer esta diferenciación, se puede entender claramente que la adopción de los derechos, aún si son reconocidos como sujetos de derecho, no es de suma cero, sino que es paulatino y progresivo, con avances y retrocesos, y siempre es incierto. Pensemos en los esclavos que fueron manumitidos al final del siglo XIX. Cuando recuperaron su libertad, apenas se logró arrebatárselos a los esclavistas que expropiaban su fuerza de trabajo en los campos de algodón. Al inicio, fueron los afroamericanos y luego se extendió a otros lugares como Johannesburgo, primero fueron las libertades y después el bienestar social. Pero los demás derechos se fueron conquistando poco a poco luego de una larga lucha histórica que tiene como hito, por citar alguno, una mujer negra llamada Rosa Parks que se negó a ceder su asiento a un hombre blanco en un bus en Alabama en 1941.
Igual ocurre con los gallos de pelea. La emancipación sólo los incluye a ellos por ahora y únicamente respecto de su uso forzado y cruel para peleas que le provocan lesiones graves y la muerte. Eso quiere decir, que sí se pueden comer y que no gozan de los demás derechos que deberán ir conquistando con el tiempo. Por ello, es completamente provocativa la idea de que con el reconocimiento de los gallos de pelea como sujetos de derechos dejan de ser comestibles o, lo que es peor, que ningún gallo puede ser ahora comido so pena de ir a la cárcel o ser duramente sancionado. Nada de eso es cierto. Por el momento, los gallos son comestibles, incluso los de pelea, pero la atribución de subjetividad es la puerta para que algún día ya no lo sean.

8. Virgilio: ¿Las peleas de gallos son una tradición cultural que debe ser protegida?
Dante: Boaventura De Sousa Santos, uno de los sociólogos del derecho más famosos de la actualidad, postuló la idea de que todas las culturas son completas y, al mismo tiempo, son incompletas. Esto significa que la complementariedad y el diálogo entre las culturas distintas es una forma de solucionar los conflictos. Como se puede intuir, en la actualidad, cuando se habla de “cultura” ya no sólo se refiere a la expresión y la tradición, sino a una unidad identitaria que permite diferenciar a diferentes grupos humanos, los cuales deben ser preservados como una entidad con valor intrínseco y ético propio. Cultura gitana, europea, indígena, etc., son posibles bajo esta perspectiva y son consideradas en muchos lugares hoy como sujetos de derecho en sí mismo. En Ecuador, desde la Constitución de 1998, se reconocieron los derechos colectivos de los pueblos indígenas y, desde la de 2008, explícitamente, al sujeto colectivo pueblo, nacionalidad, comuna o comunidad.
Lo dicho aleja la cultura de su origen elitista, colonial y eurocéntrico. Ya no es solamente una expresión, tradición, o conjunto de maneras sociales de referencia o “buenas costumbres”, o sinónimo de conocimiento o admiración de las artes europeas. En todo caso, estas expresiones o tradiciones sí están protegidas, al igual que las unidades identitarias por el Derecho Internacional Público.
Sin embargo, no todas las expresiones o prácticas culturales son legítimas. Aceptar lo contrario sería caer en lo que se denomina “relativismo cultural”. Existen prácticas que in limine son contrarias a los Derechos Humanos. Citemos algunas: la ablación del clítoris de las mujeres del norte del África, la lapidación de las mujeres adúlteras en Medio Oriente, o el matrimonio entre niños que se practica en la India. ¿Deben estas prácticas culturales, por muy milenarias que sean, mantenerse? Definitiva y rotundamente, no. No obstante, existen otras prácticas que no son tan evidentemente nocivas. Éstas deben someterse al diálogo intercultural. Un caso que puede ilustrar esto es el trabajo infantil en las comunidades indígenas mientras tenga un fin educativo, de socialización y de subsistencia económica.
Ahora, si se reconoce a los gallos como sujetos de derecho, su tortura y muerte cruel es totalmente inaceptable, porque eso sería anularlos y porque, además, es una frivolidad causar estos daños aberrantes e inhumanos sin ningún fin constitucionalmente aceptable que no sea la diversión mediante la apología de la violencia, la prepotencia machista y el abuso del poder ejercido sobre quien no puede defenderse por sí mismo. Es, entonces, un acto de cobardía lastimar a estos seres vivos sin ninguna utilidad. Esta actitud demente de causar dolor y disfrutar de él afecta, además, a los demás ciudadanos, especialmente, a los niños, niñas y adolescentes, promoviendo la violencia estructural y la cultura de la muerte sin ningún motivo. Tan cruel resulta esto como lanzar a los leones a los primeros cristianos o las peleas de gladiadores extranjeros cuyo premio era sobrevivir matando a su oponente en la arena romana en el siglo I de nuestra era.
Además, no hay que olvidar que sobre el justificativo de la “tradición” se han cometido las más aberrantes violaciones de los derechos. Golpear a una mujer se creyó hasta hace poco como algo natural y parte del hábito social y necesario de los ecuatorianos; castigar a los niños con saña como método de aprendizaje se practica aún en algunos centros educativos con la complacencia y aprobación de sus padres; hacer trampa y pagar por ello en un concurso público, incluir un sobreprecio en nuestro favor en los contratos que luego no se cumplirán. ¿Todas estas prácticas culturales milenarias deben mantenerse?
Las peleas de gallos son espectáculos sanguinarios y despiadados que promueven una sociedad sin más ley que la fuerza bruta, y donde se sacrifica a seres inocentes para divertir a un público ebrio de sangre y barbarie.

9. Virgilio: ¿Las peleas de gallos son una competencia en iguales condiciones y no es como las corridas de toros donde el ser humano mata a un indefenso animal?
Dante: Uno de los argumentos formales que esgrimen los galleros hace referencia a que la consulta popular incluye sólo a la prohibición de las corridas de toros y no a las peleas de gallos. En realidad, la pregunta aprobada en varios cantones, particularmente, en Quito, no establece esa diferencia. Fue Rafael Correa quien dijo eso en un enlace ciudadano. Por otro lado, lo aprobado por el pueblo en esta consulta tiene carácter obligatorio y no necesita ninguna norma secundaria para tener vigencia. Esto ocurre por dos razones. Primero, porque la pregunta tuvo dictamen previo favorable de la Corte Constitucional y, segundo, porque el artículo 436.1 de la Constitución permite que el dictamen de la Corte adquiera fuerza vinculante, por tanto, rango constitucional.
Luego, el argumento material es que, en las corridas de toro, en todo caso, existe un enfrentamiento desigual entre un toro mermado y un torero armado y protegido que le da muerte sin más. Mientras que en las peleas de gallos existe un combate entre dos animales en igualdad de condiciones, quienes tienen por naturaleza un ánimo de pelear y que, incluso, disfrutan de aquello.
Este argumento no es cierto, puesto que, en las peleas de gallo, igual que en las corridas de toros, los animales no pueden decidir y son obligados por los seres humanos a combatir en condiciones desiguales. Esta capacidad de decidir en los gallos no existe, como tampoco existiría entre dos niños que son entrenados por adultos para pelear. Por supuesto, la diferencia sería que, en todo caso, los niños desarrollarán progresivamente su capacidad de decidir y ser autónomos, mientras que los animales no lo podrán alcanzar jamás, lo cual los vuelve más vulnerables aún. Además, está demostrado que el comportamiento violento no es natural en ninguna especie y que depende del entorno, ya sea de manera natural o por la intervención de la especie más peligrosa de la naturaleza, el ser humano. Incluso, esta lógica se aplica al mismo ser humano, quien no es por naturaleza peligroso, sino que su comportamiento puede verse influido por la experiencia vital, el entorno y la interacción con sus semejantes.
En resumen, en una pela de gallos igual que una corrida de toros, los animales están en desigual condición respecto del ser humano. La diferencia es que, en el caso de los toros, la estocada final la da un ser humano directamente; y, en la pelea de gallos, la muerte la propicia otro animal obligado por un ser humano, lo cual aumenta su crueldad y abominación. Imaginen solamente a los judíos que fueron obligados a cavar sus propias fosas antes de ser ejecutados en las cercanías de un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial.

10. Virgilio: ¿Prohibir las peleas de gallos afecta el derecho al trabajo de los promotores y toda la cadena comercial?
Dante: Por supuesto que lo afecta. Las peleas de gallos son un negocio rentable y mueve una cadena económica en los sectores periurbanos y rurales. Pero aquí la pregunta es: “¿todo negocio rentable debe ser protegido sin más?”. Si aplicamos esta lógica a todos los negocios, tendríamos algunas actividades que pueden generar daños a los derechos de las personas que serían totalmente lícitas y éticamente correctas. La trata y el tráfico de personas con fines de explotación sexual, mendicidad y tráfico de órganos, el tráfico de drogas, la venta de armas en el mercado negro, la pornografía infantil serían algunos de los negocios legítimos a pesar del daño que infringen a todo el planeta.
Esta afectación es más grave si consideramos que nuestro mercado es precapitalista y existe una escasa o casi nula capacidad empresarial y poca cultura de invención e innovación, sumado a las estructuras oligopólicas y coloniales que acumulan las riquezas en pocas manos.
Lo justo, en realidad, fuera que el Estado promueva un reemplazo progresivo y planificado de la matriz del negocio de la pelea de gallos por otras actividades productivas, mediante políticas de incentivo y procesos negociados con los grupos de galleros. No obstante, esto se dificulta por la negativa de estos grupos a asumir otras actividades y por la defensa a ultranza de una supuesta tradición milenaria que no están dispuestos a negociar, y por la debilidad de las instituciones políticas para propiciar este tipo de políticas.

11. Virgilio: ¿Van a desaparecer las especies de gallos de pelea por la prohibición?
Dante: Seguramente, pero esto no es algo seguro ni definitivo. Lo mismo se dijo respecto de la prohibición de las peleas clandestinas de perros pitbull. Pero la evidencia contradice esta afirmación. Una vez que se han ido erradicando las peleas de perros pitbull, dejó de ser económicamente rentable su comercialización, pero no desaparecieron, al contrario, se diversificaron las variedades, pues se descubrió que son excelentes cuidadores de los niños y, muy distinto al estigma que se ha creado alrededor suyo, son perros dulces y dóciles.
Por otra parte, algunos animales volvieron a ser salvajes por razones fortuitas o porque los seres humanos ya no los consideraron útiles, tal como ocurrió con los caballos salvajes cimarrones de Norteamérica o los lobos que dejan de usar los esquimales por la adquisición de medios tecnológicos.
A los gallos les puede ocurrir algo parecido, si se transforma su uso comercial. Pueden ser exhibidos en concursos donde se valore su belleza y rasgos especiales sin necesidad de que la tortura y la muerte sean motivo de lucro o pudieran, en gran medida, volver a ser animales salvajes o silvestres. Normalmente, las especies suelen adaptarse rápidamente a las nuevas condiciones ambientales y sobrevivir, y si no, pues la selección natural de las especies hará su trabajo.

12. Virgilio: ¿Cuál es el futuro de la lucha animalista?
Dante: El reconocimiento es el motor de la historia como lo postuló Hegel. Se presenta como un proceso evolutivo indetenible, pero con avances y retrocesos como lo observara Adorno. Una vez que los animales han comenzado su rebelión en la granja este proceso es irreversible y puede ser una de las pocas oportunidades que tenga el Planeta de subsistir, pero también puede alterar la realidad tal como la conocemos. ¿Es posible la permanencia de la humanidad sin consumir animales? Por ahora, no parece existir alternativas para el acopio de bioenergía alternativa tomando en cuenta que genéticamente estamos condicionados a consumir carne y por la propia lógica automática del consumismo global. El vegetarianismo y el veganismo son una alternativa viable para romper esta cadena de dependencia genética, pero no sabemos hasta dónde puede ser sostenible, pues la naturaleza se basa en un complejo equilibrio entre flora y fauna, y no es posible predecir que sería de ese equilibrio si dejáramos de comer animales. Deberíamos encontrar otras alternativas de bioenergía no animal ni vegetal dentro de esta posición ética.
¿Cuál es el límite del proceso de humanización de los animales de compañía? Evolutivamente, pueden los animales adquirir las mismas capacidades de los seres humanos y llegar, incluso, a dominar la tierra y a los seres humanos del futuro. Esto es demostrable, pues los animales han adquirido destrezas y vicios en su relación con los seres humanos. ¿Se convertirán en déspotas como los seres humanos de hoy, de manera semejante a lo que ocurre en la obra de Orwell?
¿Esta lucha detendrá el progreso sin fin y la acumulación capitalista? Al parecer, el mercado y el consumismo han aprendido a sobrevivir como las especies más sofisticadas de la naturaleza. Y esto no está cerca mientras la fuente de la energía del Planeta no sea la energía solar y la hegemonía política del mercado no sea derrotada con otras alternativas viables y atractivas a la simple acumulación. El comunitarismo y la disminución del consumo tienen ese potencial y son el principal enemigo del capitalismo global, por eso su proscripción, marginalidad, insurgencia y subversión frente al orden abiertamente inmoral sobre el que funciona el mundo hoy.
Por ahora, lo único claro es que en Ecuador los gallos hoy cantan al amanecer ya no para marcar su territorio ni hacer notar su predisposición al cortejo, sino para anunciar el inicio de una rebelión necesaria en esta granja redonda, azul y con tres partes de agua salada que está agonizando en silencio.


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