El “correísmo” y la política amigo-enemigo


El “correísmo” y la política amigo-enemigo

Por: Luis Fernando Ávila Linzán.
Foto: www.legis.pe.com 
La actualidad de la política ecuatoriana es la turbiedad y la confusión en todos los niveles. En un nivel de alta política (“donde las papas queman”), todas las decisiones para el reparto del botín político se toman con relación a si se es correísta o no. Así, el frente económico lo heredaron los del PSC y las élites tradicionales; el político los “Ruptura de los 25” con María Paula Romo y los chicos CREO/SUMA como nuevos inquilinos desde la Asamblea; el social, retaceado y de la mano de Paúl Granda y varios grupos emergentes de allegados, familiares, amigos, ex-aliados, gente del AP reciclados, renegados y acomodados. Igual ocurre en los mandos medios. Subsecretarios, directores, asesores y servidores públicos de toda la fauna burocrática son elegidos sobre el ideal de si son o no correístas. Aquí pesa con quién trabajó el burócrata y su cercanía al núcleo duro de Rafael Correa. Y el último nivel, el de los ciudadanos y la opinión pública, la cuestión es mucho más grave. Se es correísta por haber trabajado en el Estado o haber simpatizado con el régimen anterior.
No obstante, no se ve que esta dicotomía no es sólo absurda, sino insostenible. Primero, porque muchos de los que hoy ejercen el poder fueron beneficiarios y abusadores del régimen que ahora escupen mientras ni siquiera escuchan al gallo cantar por tercera vez. Y, segundo, porque en ninguno de estos niveles se diferencia entre quiénes trabajaron para el Estado en la década pasada y los que se aprovecharon de la corrupción y del abuso del poder. Lo uno impide ver el engaño y la continuidad política y lo segundo proyecta placebos políticos que encubren el retorno al conservadurismo político. ¿Cómo se explica esto?
Carl Schmitt fue uno de los teóricos más importantes del Siglo XX, pues logró evidenciar que la esencia de la política es la relación amigo-enemigo. Esta idea no era nueva, puesto que ya aparecía en “El Príncipe” de Maquiavelo. De esta manera, la naturaleza material de la política es una lucha de tesis por el poder. Schmitt, sin embargo, fue más allá. Para él, esta relación era prefigurada por lo político, donde las son las fuerzas sociales y políticas las que construyen la contradicción que alimenta la política. Por esta visión, Schmitt fue criticado por utilitarista, porque la política estaba supeditada en definitiva a la voluntad de la dirigencia, y porque fue un tecnócrata cercano a Hitler.
Sin embargo, este decisionismo ha sido utilizado en varias disciplinas. Y es la teoría de la comunicación la que toma este recurso teórico y llega a afirmar que es necesario tener un enemigo y si no, hay que crearlo. A partir de esta máxima, la esencia de la política de comunicación es la relación amigo-enemigo. Y son los autoritarismos quienes hacen gala hoy en día de esto. Lo usa los Estados Unidos para justificar la intervención en Medio Oriente y los hacen los caudillos advenedizos de Sudamérica. Por esta razón, eso de corresimo-anticorreísmo es un espejismo que petrifica la posibilidad de cambio y encubre la explotación política y económica. Es una matriz política “engaña bobos”, pero, al mismo tiempo, es sólo un modelo que debe ser superado para poder seguir pensando en utopías posibles y revoluciones, en estabilidad y consolidación de la democracia.

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