Goliat contra David










Goliat contra David

Por: Luis Fernando Ávila Linzán.
Foto por: Rusia Today (RT) .


“Goliat se plantó frente al ejército de Israel y le gritó: ¿Para qué se han colocado en formación de batalla? ¿No soy yo el filisteo y no son ustedes los siervos de Saúl? Entonces, elijan a un hombre que baje a pelear conmigo” (Biblia, Saúl 17:8). En la mítica historia de David contra Goliat, los filisteos tenían sitiado a los israelitas dirigidos por el Rey Saúl y, particularmente, Goliat, el mejor de sus soldados, se mofaba de sus enemigos y se burló durante 40 días retándolos a pelear. Los soldados israelitas le temían. David, quien aún era un niño, aceptó el reto ante la mofa de la soldadesca y la advertencia de Saúl sobre su destino. Aquel día tomó su honda y unas piedras planas, enfrentó al gigante invencible, y lo mató con un certero tiro en la cabeza. El ejército, inspirado por este acto de valentía, venció a los filisteos.
Pero supongamos que, utilizando un recurso metafórico como el de Martin Scorsese en la controversial película “La última tentación de Cristo”, Goliat fue vencido por David, pero no murió. Vamos a imaginar que un ángel impidió esa muerte:
“El gigante filisteo se levantó y se sacudió la sangre que ya se le secaba en la frente, mientras el enemigo y sus compañeros se reían de él. Al fondo, David salía en hombros vitoreado por los suyos y se dispusieron a celebrar cuanto antes. Los soldados filisteos guardaron silencio y Goliat los miraba con una mezcla de vergüenza y enojo; recogió sus armas y desapareció. Al día siguiente, los israelitas se sentían triunfadores y planeaban la siguiente batalla. Inesperadamente, Goliat envió un comunicado con sus emisarios diciendo que David había hecho trampa, que no era un niño, sino un peligroso mercenario, un violento psicópata y que todo fue parte de un plan orquestado por filisteos renegados que le habían pagado grandes sumas de oro para dañarlos. No era un patriota israelita ni siquiera un soldado, sino un cobarde que se aprovechó de la bondad del gigante y le tomó desprevenido.
Los juglares, aedas y rapsodas de la Corte filistea se encargaron de difundir versiones sobre la opulencia del joven israelita: que era un simple pastor de ovejas y que estaba acostumbrado a vivir de los favores de Saúl, que no se hacía cargo de sus hijos y que no era cierto que mató a un león, al contrario, un simple lobo se comió todo su rebaño. Por esto, se estableció una jugosa recompensa por la captura de este peligroso sujeto que pronto vendría a robar, matar y violar en las ciudades filisteas. Incluso, se exigía una compensación económica para Goliat por el daño injusto que se le había ocasionado, quien pasó de ser un héroe a la víctima del malvado David. La historia dejó de ser David contra Goliat y se convirtió en Goliat contra David.”
Rompamos este relato onírico y volvamos a la realidad política de nuestra Región. En América Latina se libra una lucha de varios sectores sociales y ciudadanos en contra de una clase política que ha abusado del poder, y ha respondido con autoritarismos y violencia a todas las demandas sociales por igualdad de oportunidades, equidad social y económica, e inclusión política en todos los niveles. En Ecuador se prendió la mecha de este proceso ciudadano, más allá de los intereses de algunos grupos políticos por pescar a río revuelto y deponer gobiernos para ajustarlos a sus intereses. A esto, el gobierno filisteo de Lenin Moreno ha respondido con represión y con arrogancia mediante un tramposo proceso de diálogo que busca desmovilizar a los sectores beligerantes e imponer las medidas neoliberales ordenadas por el Fondo Monetario Internacional en favor de los grandes empresarios y en detrimento de los sectores más pobres de nuestro país. De esta manera, el supuesto diálogo sin condiciones ni mínimos fue un error táctico del Movimiento Indígena, puesto que es imposible tenerlo con alguien que tiene mucho más poder. El diálogo debe ser entre iguales, sino siempre será una pérdida, pues los débiles, tal como pasó en la historia de David contra Goliat, sólo ganan cuando vencen totalmente a los poderosos.
Cuando quien tiene poder no muere políticamente, se victimiza y persigue al débil cuando recupera el control, y construye a su enemigo a su antojo ante la opinión pública con el uso de los instrumentos que el poder le otorga. Por eso, hoy estamos ante una posible derrota política que no debe replicarse en los demás países donde los débiles se enfrentan valerosamente a los fusiles y al garrote del fascismo filisteo. Es decir, al menos, en Ecuador estamos ante la fábula perversamente real -no onírica ni metafórica- de Goliat contra David.

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