Yo cacerolo, tú cacerolas, él cacerola, ella cacerola, nosotros cacerolamos, vosotros caceroláis, ellos encarcelan
Yo cacerolo, tú cacerolas, él
cacerola, ella cacerola, nosotros cacerolamos, vosotros caceroláis, ellos
encarcelan
Por: Edison Hurtado
Prof. FLACSO
Foto:
elpatagonico.com
A estas
alturas, a unas 15 horas del inicio del toque de queda, los ecuatorianos vamos
despertando en un país sin libertades. Nos han quitado el derecho a disentir, a
expresarnos. Nos han quitado el derecho a caminar por la calle, a salir a
correr en el parque, a salir a comprar el pan. Hay toque de queda. Hay
militares en la calle.
Al
parecer, nos han quitado derechos a unos, a los que estamos con "los del
páramo" en contra de la medidas de un gobierno cooptado por las élites,
pero en realidad NOS HAN QUITADO DERECHOS A TODOS/AS. Hoy ha sido por oponernos
al decreto 883, mañana puede ser por cualquier otra cosa.
¿Estas
contento con tener que obedecer a un militar o a un policía, sin chistar y sin
opinar? Pusilánime aquel que esté contento con que al otro se le conculquen
derechos y libertades mientras a él se le perpetúen privilegios.
Al menos,
aun no nos quitan el derecho a cacerolar.
Ayer se
demostró, por casi una hora, que aún hay un "nosotros" que quiere
convivir, incluso si disentimos. A muchas personas el cacerolazo les tomó
desprevenidas. Los medios salieron apurados a decir que era "por la
paz", en claro intento por despolitizar el acto, por hacerlo digerible,
por descafeinarlo y acomodarlo a los modos correctos. Quienes convocaron al
cacerolazo, en cambio, sabían que era una forma muy concreta de hacer saber que
no nos callarán, incluso con tanquetas, bombas, francotiradores y
amedrentamientos. Incluso con los muertos que ya han cobrado y de los que,
entre cascos y milicias, estarán felices y orgullosos. ¿Qué sentirían Jarrín o
Romo si tuviesen que enterrar a un hijo o a un familiar, debido al "uso
progresivo de la fuerza hasta las últimas consecuencias"?
Anoche,
por casi una hora, la cacerola calló a los medios, pero los medios reaccionaron
(cual reaccionarios) y quisieron hacerlas sonar endulzadas. Como si fuesen
cacerolas navideñas, de pascua, cuando en realidad eran más claras y
disonantes. "Es como Los Juegos del Hambre" me atinaron a decir
unos jóvenes.... y tienen razón, aunque esto no es una película.
A estas
alturas, con miedo o sin miedo, en realidad, importa menos si esto es por
oponernos al gasolizano, o si estamos en contra de que nos suban la nutella.
Lo que
importa hoy es que no podemos aceptar que se nos impongan decisiones a la
brava, al fusil, con muertes, con tanquetas. Los medios han callado tanto, que
hay medio país que aún cree que en Ecuador no pasa nada. Que todo es para que
"regrese la paz".
La
cacerola es por la libertad, aunque en una cacerola vacía, en una cacerola que
no alimenta, lo primero siempre fue la justicia. No quiero que me impongan
ninguna decisión a la fuerza. No quiero que me obliguen a ser sumiso. No quiero
que mi hija, mis nietos, mis sobrinos, los nietos de mis hijos, aprendan a
obedecer a punta de tanquetas y toques de queda. No quiero eso. No quiero una
dictadura, para nadie.
Macabro
aquel que se pone del lado de las armas y no de los argumentos. En democracia
se dialoga, se discute, se disiente. Fascistas hay en todo lado, también aquí,
lamentablemente.
No glorifiquemos
a los fascistas, a los clasistas, a los racistas. No seamos parte de ellos.
Ayer
mismo ya hubo marchas y cacerolas en muchos barrios, confrontando el toque de
queda. En Carchi, Guayaquil, El Oro, Ambato, también hubo plantones que
gritaban "Quito resiste..."
Protegiendo
a los indígenas, a pocos metros del Arbolito, los jóvenes médicos plantaron la
cara a los policías, en la PUCE y en la Salesiana. Los policías en motos,
equipados y listos, se contuvieron. Un par de días antes, no tuvieron igual
suerte las mujeres indígenas y los jóvenes que levantaban las manos vacías para
mostrarse sin armas y manifestarse en paz. Ahí, la policía arremetió y asfixió,
haciendo saber que puede ser traicionera y cometer crímenes de estado, aupada
por un estado de excepción decretado por la Cámaras, Lenin, Jarrín y Romo, como
las caras visibles.
No quiero
vivir en un país donde me van a a apresar por salir a la calle a manifestarme y
decir cómo pienso. NO.
Yo cacerolo, tú cacerolas, él
cacerola, ella cacerola, nosotros cacerolamos, vosotros caceroláis, ellos
encarcelan
Por: Edison Hurtado
Prof. FLACSO
Foto:
elpatagonico.com
A estas
alturas, a unas 15 horas del inicio del toque de queda, los ecuatorianos vamos
despertando en un país sin libertades. Nos han quitado el derecho a disentir, a
expresarnos. Nos han quitado el derecho a caminar por la calle, a salir a
correr en el parque, a salir a comprar el pan. Hay toque de queda. Hay
militares en la calle.
Al
parecer, nos han quitado derechos a unos, a los que estamos con "los del
páramo" en contra de la medidas de un gobierno cooptado por las élites,
pero en realidad NOS HAN QUITADO DERECHOS A TODOS/AS. Hoy ha sido por oponernos
al decreto 883, mañana puede ser por cualquier otra cosa.
¿Estas
contento con tener que obedecer a un militar o a un policía, sin chistar y sin
opinar? Pusilánime aquel que esté contento con que al otro se le conculquen
derechos y libertades mientras a él se le perpetúen privilegios.
Al menos,
aun no nos quitan el derecho a cacerolar.
Ayer se
demostró, por casi una hora, que aún hay un "nosotros" que quiere
convivir, incluso si disentimos. A muchas personas el cacerolazo les tomó
desprevenidas. Los medios salieron apurados a decir que era "por la
paz", en claro intento por despolitizar el acto, por hacerlo digerible,
por descafeinarlo y acomodarlo a los modos correctos. Quienes convocaron al
cacerolazo, en cambio, sabían que era una forma muy concreta de hacer saber que
no nos callarán, incluso con tanquetas, bombas, francotiradores y
amedrentamientos. Incluso con los muertos que ya han cobrado y de los que,
entre cascos y milicias, estarán felices y orgullosos. ¿Qué sentirían Jarrín o
Romo si tuviesen que enterrar a un hijo o a un familiar, debido al "uso
progresivo de la fuerza hasta las últimas consecuencias"?
Anoche,
por casi una hora, la cacerola calló a los medios, pero los medios reaccionaron
(cual reaccionarios) y quisieron hacerlas sonar endulzadas. Como si fuesen
cacerolas navideñas, de pascua, cuando en realidad eran más claras y
disonantes. "Es como Los Juegos del Hambre" me atinaron a decir
unos jóvenes.... y tienen razón, aunque esto no es una película.
A estas
alturas, con miedo o sin miedo, en realidad, importa menos si esto es por
oponernos al gasolizano, o si estamos en contra de que nos suban la nutella.
Lo que
importa hoy es que no podemos aceptar que se nos impongan decisiones a la
brava, al fusil, con muertes, con tanquetas. Los medios han callado tanto, que
hay medio país que aún cree que en Ecuador no pasa nada. Que todo es para que
"regrese la paz".
La
cacerola es por la libertad, aunque en una cacerola vacía, en una cacerola que
no alimenta, lo primero siempre fue la justicia. No quiero que me impongan
ninguna decisión a la fuerza. No quiero que me obliguen a ser sumiso. No quiero
que mi hija, mis nietos, mis sobrinos, los nietos de mis hijos, aprendan a
obedecer a punta de tanquetas y toques de queda. No quiero eso. No quiero una
dictadura, para nadie.
Macabro
aquel que se pone del lado de las armas y no de los argumentos. En democracia
se dialoga, se discute, se disiente. Fascistas hay en todo lado, también aquí,
lamentablemente.
No glorifiquemos
a los fascistas, a los clasistas, a los racistas. No seamos parte de ellos.
Ayer
mismo ya hubo marchas y cacerolas en muchos barrios, confrontando el toque de
queda. En Carchi, Guayaquil, El Oro, Ambato, también hubo plantones que
gritaban "Quito resiste..."
Protegiendo
a los indígenas, a pocos metros del Arbolito, los jóvenes médicos plantaron la
cara a los policías, en la PUCE y en la Salesiana. Los policías en motos,
equipados y listos, se contuvieron. Un par de días antes, no tuvieron igual
suerte las mujeres indígenas y los jóvenes que levantaban las manos vacías para
mostrarse sin armas y manifestarse en paz. Ahí, la policía arremetió y asfixió,
haciendo saber que puede ser traicionera y cometer crímenes de estado, aupada
por un estado de excepción decretado por la Cámaras, Lenin, Jarrín y Romo, como
las caras visibles.
No quiero
vivir en un país donde me van a a apresar por salir a la calle a manifestarme y
decir cómo pienso. NO.
Comentarios
Publicar un comentario