Hernán Salgado y el Constitucionalismo de Tercer Mundo











Hernán Salgado y el Constitucionalismo de Tercer Mundo

 

Por: Luis Fernando Ávila Linzán

Foto por: www.discogs.com

 

I

La formación conservadora de los abogados

Una de las lecciones de Ruy Marini desde la teoría de la dependencia es que el imperialismo no es, sólo como nos enseñó V.I. Lenin, la fase superior el capitalismo, una especie de internacionalización global de los mecanismos de dominación política local; sino, que además existe un “imperialismo” interno, algo que podría considerarse en términos de Quijano como “colonialidad del poder”. Vivir y ser del Tercer Mundo, entonces, va más allá del etiquetamiento político de los países que, en el contexto de la Guerra Fría, no tenían las condiciones de desarrollo capitalista del Primer Mundo ni los avances sociales de los del bloque socialista, el Segundo Mundo. Supone el funcionamiento complejo de estructuras profundas que prefiguran la cultura y lo social en nuestros países. Es decir, ser del Tercer Mundo es sentirse, haber sido formado y actuar como tal. Ser del Tercer Mundo es un rasgo de dependencia colonial y un estilo naturalizado de vida. Este orden no varió, aunque luego esta denominación se morigerara para hacerla menos peyorativa, a “subdesarrollado” o “en vías de desarrollo”: los beneficiarios son los mismos, las élites locales y las empresas transnacionales.

Uno de los principales mecanismos que sostiene este orden es la educación, tal como ya no notaran en su momento Althusser y Gramsci.

Así, el aparato educativo reproduce las normas de funcionamiento de la sociedad colonial, que se fundan en el lema del elitista colegio de la película “La Sociedad de los Poetas Muertos”, estelarizada por el ya desparecido Robin Williams: “tradición, honor, disciplina y grandeza”. Y no resulta sorprendente que coincida con otros aparatos ideológicos, como ocurre en la Iglesia Católica en grupos ultra conservadores como “Los Caballeros de la Suprema Orden de Cristo” y “Tradición, Familia y Propiedad”. Por supuesto, estos códigos sociales son inmunes a los cambios de modelo educativo y a toda intención de adoctrinamiento. Aunque cuando se trata de mover uno de estos códigos, la reacción es inmediata y hasta violenta, tal como ocurrió cuando se quiso hacer una innovación sencilla, integrar el enfoque de género al sistema educativo.

Los abogados estamos integrados a este orden, además, porque tenemos una posición estratégica. Somos los traductores y gestores del ordenamiento jurídico y el Estado, los guardianes, mensajeros y la voz del poder que se expresa en normas y decisiones de todo tipo. Somos el engranaje sobre el cual funcionan las instituciones. Tal vez por ello, es que nuestra formación es la que menos ha cambiado y ocupamos el peor lugar del Tercer Mundo. Nuestro rol suele ser el de mantener el statu quo social, tal como ya lo advirtiera Marx. Por eso, socialmente, nuestra profesión es vista como un oficio ligado al conflicto y a la trampa, al lucro sin causa y al engaño. Innumerables bromas y chistes sobre abogados dan cuenta de ello.

 

II

Las corrientes del Derecho Constitucional en el Ecuador

En ese contexto, en 1997 conocí en clases a Hernán Salgado en la clase de Introducción al Derecho. Como muchos profesores que tuve, autoritario pero bueno. Bastante conservador, pero traía ideas innovadoras a la clase. Tenía un texto de su autoría y no tenía eso que hoy llamamos “syllabus”. Eso quiere decir que no leíamos directamente las fuentes, sino su opinión sobre varios temas. Su texto era bastante claro y resumía los grandes temas del derecho. Conocimos por sus relatos y su exposición en clases a Bobbio y Kelsen, a Ihering y Savigny, entre otros. Como telón de fondo, la Facultad de Jurisprudencia de la PUCE estaba modernizándose. Había en ejecución “un nuevo pénsum”, que estaba guiado al análisis, la consulta y uso de fuentes y desarrollo de ensayos y trabajos analíticos y más prácticos. Esto lo hacia a Salgado un profesor de avanzada en medio de los profesores de mayor edad, y de los jóvenes que no tenía aún autoridad para hacerse notar. Tal vez, como ocurre en toda forma de violencia, nosotros terminamos justificando a sus detentadores, la mayor cantidad de los mejores profesores fueron gritones, autoritarios, conservadores y discriminadores.

Fue así, que recibí clases una vez más con Salgado en la materia de “Derecho Constitucional”. Tenía otro texto que resumía los elementos centrales del constitucionalismo liberal y el social como las dos grandes corrientes de la teoría constitucional. Su estilo cambió, radicalmente, era amable y condescendiente, aunque firme y disciplinario. El contenido político y las amplias posibilidades del Derecho Constitucional, de inmediato me cautivaron. Encontré la vocación que estaba buscando. Nuestra facultad era la primera del país que tenía una materia de este tipo, por lo cual, formalmente, Salgado resultó ser el primer profesor de esta materia. No obstante, no hay que olvidar que el nuevo pénsum, luego adoptado en otras universidades, lo que hizo fue desagregar esta materia que se trataban antes dentro de Derecho Político, y que ya había cátedras y publicaciones sobre de Derecho Constitucional muy elaboradas y de enorme importancia para entender este fenómeno político. Por ejemplo, las obras que comentaban las constituciones de Luis Felipe Borja y Borja, el primer texto de Derecho Constitucional del Ecuador de autoría de Alejandro Ponce Martínez “La Tiranía Constitucional” y el libro de Derecho Político y Constitucional de Rodrigo Borja.

No obstante, la Constitución de 2008 aceleró la lenta transformación institucional iniciada por la de 1998. Trajo instituciones innovadoras y ello irradió a las instituciones, públicas y privadas. Las universidades experimentaron un viento renovador y surgieron nuevos profesores en Derecho Constitucional de la Universidad Andina que proponían una visión más progresista del Derecho y del Derecho Constitucional. Uno de estos profesores fue Julio César Trujillo, quien encabezó esta corriente que luego juntó a Ramiro Ávila, Agustín Grijalva, Judith Salgado, entre otros. De la corriente más clásica del Derecho Constitucional quedaron, además de Salgado, Rafael Oyarte -quien fue profesor adjunto en la clase que referí-, Farith Simon, Hernán Pérez Loose, Jorge Zavala Egas, Alí Lozada, Salim Zaidán, Catherine Ricaurte algunos de ellos, amigos cercanos a pesar de las diferencias. Con el tiempo, fue surgiendo una corriente radical del Derecho Constitucional, de aquellos que consideramos a la Constitución como un instrumento de emancipación y transformación social. Aquí vemos a Angélica Porras, Raúl Llasag, Santiago Machuca, Alex Valle, Richard González y quien escribe esto. Intentamos construir un “pensamiento jurídico popular”, vale decir desde la realidad de las personas y al servicio de la resistencia contra el poder desde tesis socialistas clásicas, las teorías críticas y las nuevas izquierdas.

 

III

Rasgos del constitucionalismo del tercer mundo en el discurso de Hernán Salgado

Hernán Salgado es un político conservador, sobrio y austero. Llegó, en su momento no conducido por su clásico Volkswagen setentero al Tribunal Constitucional (1999-2003), sino por el auspicio de la Democracia Popular en alianza con el Partido Social Cristiano, Izquierda Democrática y Partido Socialista Ecuatoriano durante el gobierno de Jamil Mahuad. Y luego, llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y fue el primer ecuatoriano en llegar a este organismo y fue su presidente en el período 1997-1999 de ese organismo. Su paso por esta institución está fijado en un pobre voto razonado como juez ad hoc en el caso Tibi vs. Ecuador de apenas una hoja. Y luego fue juez de la Corte Suprema de Justicia (1999-2003). En su paso por estas instituciones tuvo un desempeño políticamente correcto y sin mucha controversia en medio de sucesivos gobiernos de transición y crisis políticas, y su docencia en varias universidades del país.

Hasta que el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social Transitorio, nombrado a dedo por el gobierno de Lenin Moreno, lo sacó del sarcófago de la historia y lo designó, junto con otros colegas, juez de la Corte Constitucional. “La Corte de Lujo”, la bautizaron en contraste de la Corte Cervecera” del correísmo, que en un principio sonaba a halago y hoy a un cruel eufemismo. Se posesionó hace un año y ha demostrado ser servil al Poder Ejecutivo y a la coalición que apostó, en parte, por la gerontocracia para legitimar el nuevo reparto de las instituciones. No jugó ningún rol en las protestas de octubre ni respecto al endeudamiento con el FMI ni la restauración institucional post correísta en 2019; y, luego de la sentencia a la demanda de incumplimiento propuesta por varios sectores sociales, tampoco durante esta crisis sanitaria provocada por el coronavirus durante 2020. No obstante, la cereza del pastel fue el insolente y sorprendente correo personal que envió Hernán Salgado, presidente de esta Corte, a los demandantes de la acción de incumplimiento que inspira cualquier iconoclastia. En ella vi, de repente, los rasgos conservadores del discurso, con el cual fuimos educados los abogados y que creía superado, y parte del carácter fascista-colonial que caracteriza a las instituciones de justicia en nuestro país. Analicemos, entonces, los ejes de su constitucionalismo del tercer mundo que elimina cualquier admiración o temor reverencial en medio de algunas faltas de ortografía que terminan siendo el mal menor. Vamos a identificar los códigos político-culturales, usando la categoría de Bourdieu de “campo político” aplicado a la formación colonial de los abogados:

 

(1) “Me dirijo a Uds., a título personal, como el profesor más antiguo de Derecho.”

El “código de Dionisio (autoridad)” es uno de los mecanismos de disciplina más fuertes de la educación de los abogados. Nuestros profesores lo hacían todo el tiempo, restregándonos sus títulos en el rostro. Un profesor nos obligaba a tratarnos por el apellido: “señor Álvarez”, “señorita Crespo”. Y era imposible tutear a un docente o no llamarlo “doctor”. Nos acostumbraron a ponernos de pie cuando entraba el profesor como un estilo marcial y casi religioso. Algunos profesores que habían estudiando en el extranjero, hacían alarde de hablar otras lenguas y que estaban enseñando desde siempre como los más antiguos, por supuesto, porque eran “los mejores”, simplemente, por el paso de los años, por su antigüedad. Teníamos un profesor casi sordo que recitaba como perico las normas y hablaba con acento español. No importa que nunca hayan publicado nada ni dado una conferencia importante o ejercido algún cargo de manera notoria. Hernán Salgado nos recuerda en esta parte los oscuros caminos que nos obligó a recorrer la gerontocracia con toga en nuestra formación universitaria.

 

(2) “Si Uds. hubiesen estudiado conmigo sabrían cuál es el papel de la CC en un Estado [sic.] de excepción

Luego, Salgado nos trae el “código de Zeus (obediencia)”. Obedecer no sólo es un mandato en clases, sino un acto político de violencia sobre los súbditos. Así, decirles a los subordinados que no saben, que son tontos, que existe una verdad oficial que es indiscutible son formas de acallar la disidencia y controlarlos. Un discípulo callado es cómodo para un régimen donde la jerarquía no depende de la creatividad, la capacidad analítica ni los argumentos. En algunos casos tolerábamos de algún “doctor” que en clase decía: “con tanta tierra por cultivar…no pierda su tiempo estudiando derecho”, “habiendo tantos cursos de corte y confección…no pierda el tiempo estudiando derecho…Usted no sabe. Jamás será abogado…” Esta obediencia, a veces, adquiría apariencias benévolas, de los profesores que no enseñaban nada o tenía pereza de formar a sus estudiantes: “no importa…pronto los quiero ver como colegas…”

 

(3) “Si Uds. como abogados de tiempo libre tienen pedidos, llevénselo [sic.] directamente al Ejecutivo, no busquen intermediarios, no hagan perder un tiempo valioso a la CC…”

La expresión de Salgado “abogados de tiempo libre” no es un sinónimo de “abogados de libre ejercicio” y es una frase clasista para decir “vagos”. Tenemos, ahora el “código de Cronos (temporalidad), por el cual los profesores nos enseñaron el valor del tiempo. “Mensaje a García” fue el texto ideológico que tuvimos que sufrir durante toda la carrera y que inspira la visión corporativa del Derecho. Así, lo más importante es el tiempo de la autoridad, de los abogados. No importa el cliente, él debe adaptarse a nuestros tiempos y necesidades. De acuerdo a esto, el tiempo de las autoridades es más valioso que el de los ciudadanos, aunque somo todos quienes pagamos por su trabajo.

 

(4) “Permitanme [sic.] sugerirles -dejando cuestiones de pura teoría- ser más prácticos y concretos ¿porqué [sic.] no colaboran en reunir víveres y medicinas para los necesitados? alguna [sic.] ayuda, por pequeña que sea, darían a los necesitados de Quito.”

El “doctor” Salgado ahora nos recuerda el código de Pluto (riqueza). Nos enseñaron nuestros profesores que todo trabajo debe ser pagado, que un abogado no puede hacer trabajo gratis. Al mismo tiempo, que la labor del abogado es técnica solamente, por lo cual, todo lo que está por fuera de las normas y procedimientos son externalidades que no deben importar a los abogados, aunque los ciudadanos sean afectados injustamente. Pero lo más penoso de esto es que, lo único gratis que tolera este código es la vinculación socialmente aceptable de repartir las migajas que caen de nuestras mesas, pues esa caridad es la única forma de hacer política pública y poder ir a misa los domingos sin sentir culpa por el sufrimiento de los explotados y oprimidos.

 

(5) “[…] me excuso desde ya de conocer este seudo caso […] NOTA: mi segundo apellido es con S no con Z…”

 

Finalmente, para cerrar su diálogo, nuestro querido “doctor” nos desempolva el código de Hades (tradición). Nos recuerda el origen castellano de su apellido -como si eso fuera importante-. No es de los apellidos parecidos y que tienen un abolengo dudoso y que se escriben con “Z”. Huelga decir que, tal vez, sin querer, quisimos decir “pesantez” en vez de “Pesántez”. Nuestros profesores nos enseñaron que el apellido es tan importante para los abogados, que difícilmente se verá un estudio “Atahualpa & Rumiñahui”, pues la tradición y el linaje de las vacas sagradas son una denominación de origen de las normas, procedimiento, del sistema de justicia y ejercicio de la cátedra. Un texto con algunas faltas ortográficas no parece denotar la hidalguía e ilustración que reclama “Pesántez”, pero vamos a suponer que se trata de la licencia tolerable al usar las nuevas tecnologías. Pues, este texto, sin lugar a dudas, sólo puede ser mérito de un Pesantes…

 

IV

Colofón

Hasta aquí este tardío testamento de un monigote aún no incinerado en el ocaso de la gerontocracia. Quise explicar los códigos político-culturales que pueden advertirse en la carta del Salgado Pesantes, sobre los cuales los abogados hemos sido formados. Posiblemente, no son distintos de lo que ocurre en otras profesiones, disciplinas y oficios, pues el orden colonial funciona a partir de estructuras naturalizadas comunes. No obstante, es importante evidenciar lo que pasa en nuestra amada profesión, puesto que somos el oráculo social de los conflictos y quienes tenemos prioridad de ejercer la autoridad, principalmente, en el Estado. Hemos destacado estos códigos que fundamentan el constitucionalismo del tercer mundo y que se resiste siquiera a ser cuestionado. Hasta aquí hemos hablado del “constitucionalismo del tercer mundo”, no obstante, el título de este trabajo reza: “constitucionalismo de tercer mundo”. Mi argumento es que, para tener un Derecho Constitucional del Tercer Mundo es porque los abogados tenemos una formación en consecuencia. ¿Un error de tipeo? Posiblemente. O Tal vez, se refiera al anacrónico amasijo de prejuicios del más antiguo profesor de Derecho Constitucional del Ecuador en una tarjetita de amor.


Comentarios

  1. Señor Ávila, ¿por qué no analiza también los intereses detrás de la demanda de acción de incumplimiento ? Usted dice estar a favor de los oprimidos pero se pone de lado de quienes pretenden usar su dolor y el dolor de todos los ecuatorianos para pescar a río revuelto a favor de las oscuras pretensiones del correismo. "Coincidencialmente", el líder de la banda pide también que no se pague la deuda externa como en la acción de incumplimiento. Los Dávalos, Porras y Herrera son el brazo "académico" armado de Correa y parece que usted se les ha unido.

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    1. Hijole, prefiero ir a vender los boletos de fe y alegría, y ayudar a las hermanitas de la caridad como nos pedía Salgado. Por otro lado, hay que recuperar el carácter democrático de la política. Ecuador necesita nuevos liderazgos y propuestas progresistas. Necesitamos un cambio generacional y una nueva ética política. Quienes mantienen vivo a Correa son aquellos que no superan el discurso amigo-enemigo que tanto daño hace al Ecuador.

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  2. Estoy de acuerdo en algunas cosas. Pero debo manifestarte que no es cierto, desde ningún punto de vista la afirmación de que "como Magistrado de la Suprema, tuvo un desenvolvimiento...Correcto " Eso es falso y se constata que no has leído mis comentarios en tu muro, en los que afirmo que Salgado en la Suprema fue una farsa total, dictando sentencias francamente asquerosas, inmotivadas y siempre violatorias a la Constitución. Un verdadero sicario del poder.

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    1. Genial. Si tienes algunos de sus fallos sería muy bueno poder verlos. En realidad, lo que quise decir en esa parte que pasó por esos cargos sin pena ni gloria... comp algunas autoridades de ahora que hacen lo imposible para no ser notados y mantenerse en la teta. Muy buen comentario, amigo

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    2. Por cierto, dije "políticamente correcto:, es decir dentro de la corrección (ni chicha ni limonada)

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