La Génesis de la Violencia y Ecuador de Octubre del 2019
La Génesis de la Violencia y Ecuador de Octubre del 2019
Por: María Fernanda Andrade.
Foto por: www.cronista.com
Ayer atendí a una invitación de la Red Nacional de Psicólogos/as, para dilucidar sobre el origen de la violencia y comparto mi análisis con más detalle. Cada 2 de octubre, se recuerda el “Día de la No violencia”, por la fecha de nacimiento de Mahatma Gandhi. Este día se instauró como tal, pensando en la desobediencia civil desde la acción pacífica. La fecha es un llamado a despertar -y desde mi vista de angustiada participante común en la gestión social y política-, a interpelarnos frente a la inacción y al olvido.
En
Ecuador cumplimos el primer aniversario del Levantamiento del pueblo, llevado a
cabo en los primeros doce días de octubre del 2019, frente a varios atropellos
del gobierno nacional. Hacía 15 años que no se veía con contundencia, una
movilización que aunara a diversos conglomerados sociales clamando rechazo y
hartazgo por la conducción política. Estuve en varios frentes de la rebelión y
de cerca en las circunstancias y acciones constitucionales y pacíficas previas
a octubre. Menciono algunas partes críticas de ello.
Personas
de varias edades y situaciones, solas y colectivizadas con motivos conscientes;
ya sea por el conocimiento del maltrato
gubernamental sistematizado desde el inicio de este período, o por las
afectaciones concretas a su estabilidad que no ha visto respeto ni cuidado un
Estado, se encontraron en Quito con una sola petición; la de no permitir que
una política neoliberal penetrara con la violencia que los estados sin
soberanía lo hacen pasando por alto la sacralidad de las leyes y del compromiso
que hicieran sus líderes al pueblo al ser elegidos, pues el presidente del
Ecuador actuó en opuesto rigor a su palabra por la que fuera elegido.
En
el diálogo al cual fui invitada, traté las diferentes posibilidades de
interpretación del nacimiento de la violencia. Uno de los entendimientos es que
la violencia es una exacerbación herida de la ira y su represamiento, debida a
la naturaleza de los seres vivos en su búsqueda de supervivencia, provisión y
control. No se requiere, según esta primera perspectiva, de una amenaza de
ataque del otro, con un propósito, sino solamente de un deseo natural de cuidar
y conquistar lo que se cree propio. Creeríamos
efectivamente en la teoría de trampa hobbesiana: nos defendemos a priori
me quiten, se entrometan, agiten.
Como
adenda al primer miramiento sin ir más allá, los humanos, en actos nada
directivos, rompemos la barrera de la autorregulación cuando vemos un espacio
libre, relajado, fuera de la imposición de los límites, cerca de lo que nos
propinan atención y descanso incondicional, es decir abusamos sin darnos cuenta,
de la persona, objeto o sistema que no opone resistencia.
El
Ecuador, a partir del inicio del nuevo gobierno fue víctima de decisiones
sorprendentes que desobedecían las expectativas de sus mandantes, pues se
manipularon leyes, se incumplieron con consultas populares y se regalaron como
antaño, la soberanía de la nación, bajo un formato de poca vergüenza en sus
anuncios y defensa blindada, a priori la justa reacción. El Ecuador, aparentando
por casi 200 años, ser una nueva nación sin símbolos identitarios, carece del
poder ciudadano de expresar con su voz y organizarse mancomunadamente, pues es
ya sabido todo el lastre de traumas y concesiones, sin elaborarse ni
resolverse. El colonialismo reina en la lógica de la naturalización de nuestras
condiciones, volviendo a aquel mutismo, patetismo e indiferencia timorata
provenidas del miedo al castigo y el culto al amo, élites y status quo. La violencia ejercida en este caso, es la del
Estado contra cierto porcentaje del pueblo silente y conformista con la
información oficial que la asume como verdad. La herramienta del gobierno
apalancado son los poderes consabidos: prensa,
élites económicas y las iglesias, que a propósito hoy por hoy están más unidas
que nunca en decisiones para violentar los derechos de las mujeres
ecuatorianas. La violencia aquí radica también en el silencio monástico,
culposo y aberrante de la deseada opinión y acción civil, lo que nos vuelve
cómplices de las agresiones hacia nosotros y los y las nuestros.
La
voz del ecuatoriano común tiende a la autocensura, devenida del miedo al
castigo colonialista que se expresa en el señalamiento, la desaprobación y el
desprestigio. Tan golpeados hemos sido
desde los ciernes, que el país encarnado en su gente, malentendido como isla de
paz, huye al mínimo viso de problema; otros lo ven de lejos, con cansancio; y otros
acuden a la defensa natural de disfrazar el desquicio con el humor más fino en
cuanto a la opinión popular sobre los hechos políticos más hirientes.
Hasta
aquí eran dos años en que las y los ecuatorianos veníamos siendo violentados
por el hecho de dar espacio libre para que nos abusaran a causa de nuestro
desencanto que se vuelve irresponsabilidad al no estar atentos al manejo de
nuestros bienes y patrimonios. Era el poder según Foucault, siendo la vía para
la violencia de la autoridad que tomaba más solidez en las espaldas de la inconformidad
y la ignorancia del pueblo sobre lo que realmente gestionaba. Los más atentos e
indignados con las políticas neoliberales y la vuelta de avalanchas
conservadoras que retrocedían en progresos conseguidos, daban cuenta de la otra
violencia; la que se propina la persona a sí misma, cuando traga penas y se
consuela con el olvido, pues la costumbre de permanecer callados y
desorganizados es un acto de autocastigo, puntos para el poder desalmado.
En
marzo del 2019 el gobierno firmó el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional,
donde se nos acreditaron altos montos a cambio de imposiciones que afectan los
derechos de las y los ecuatorianos. Un sinnúmero de ilegalidades, se
instituyeron en la forma y el contenido de aquel trato, uno de ellos era la
desinformación sobre las condiciones con las que se firmó. Solamente unos pocos
conocían la carta de intención y modelos de otros países donde se demostraba
que la intervención del FMI ha causado destrozos al desarrollo humano de los
pueblos.
El
16 de abril del 2020, se dio lugar el primero atisbo de protesta, en la cual,
algunos sectores reclamaban al poder por sonados casos de corrupción, cierres
de medios y persecuciones políticas. Aquel día pude ver como la policía montada
nos reprimió a manifestantes y periodistas de medios de comunicación
independientes, en formas rudas que relacioné con las escenas de registros
chilenos en dictadura, sin embargo, los incidentes no fueron mayormente
conocidos.
El
otro modo de ver el origen de la violencia es como un fenómeno reactivo. Una
persona o un sistema es violento cuando siente que la amenaza es superior a sí
misma, al percibir una situación o acción sobrepasada a sus capacidades de creerse
seguro. Por ejemplo, un individuo actúa agresivamente cuando ve que otro afecta
su equilibrio y lo interpreta como un abuso. Para aplacar el considerado
exceso, responde con violencia. Si tiene un molde recurrente, es decir ejemplos
cercanos de violencia, se refuerza su conducta violenta.
A
inicios de octubre del 2019, varios sectores sociales se sumaban
progresivamente a la protesta a partir del anuncio de subida del precio de la
gasolina, además de los despidos que se tornaban masivos. Las y los quiteños
venían de rachas de fracaso en el poder de agrupación, evidenciada más
claramente en su incapacidad por luchar por el reclamo y la revocatoria del
mandato del ex alcalde Mauricio Rodas, siendo que había consenso popular en
cuanto a su desaprobación. Los estudiantes de la Universidad Central del
Ecuador y de los colegios públicos no encontraban la forma de reunirse como
clásicamente lo habían hecho para defender los intereses del pueblo. El fervor
de octubre, sin embargo, levantó a agrupaciones de mujeres, jubilados, artistas
y una plétora de ciudadanos comunes que iban comprendiendo con novedad lo que
estaba sucediendo, pues hoy hace un año, fue el estallido en defensa por el
atropello y la impudicia del gobierno del Ecuador. Para unos esta fue también
una explosión de otros sentires; la rabia es contenida desde el inicio de la
República donde la burguesía reina sobre voluntades ajenas al criterio de
clase; para otros es la arbitrariedad del imperialismo capitalista, sin
embargo, el disparador debía ser una acción que contuviera ambos componentes:
un estilo gamonal de afrentosa gobernanza y la obediencia total a intereses del
gran poder. El pueblo tenía que reclamar
con toda la potencia del caso, con el poder arrebatado históricamente, sin
embargo.
Es
de especial atención la actuación de una ministra que destacó en estas
jornadas, Paula Romo. Encargada de la seguridad nacional, ordenó que se
cometieran desproporcionados ataques de las fuerzas armadas hacia la gran
mayoría de protestantes, que contaban con cartones como escudo y la bandera
nacional como capa. La técnica de apuntar disparos hacia los ojos de los
protestantes se convirtió en la imagen de horror de las jornadas de lucha en
Ecuador, que se extendiera a Chile y otras regiones del mundo. La alevosía del
Estado se evidenció en los bombardeos a las zonas de paz y de refugio de
familias que pernoctaban y se alimentaban en la ciudad de Quito. A los policías
y militares no les importó lanzar gases lacrimógenos ni disparar al cielo y a
donde cayera frente al mayor hospital público del Ecuador y a la Maternidad
central. Luego de ver la sangre fría de un sicofante del Estado, encarnado en
Romo, que daba declaraciones oficiales informando que el gobierno se defendía
del vandalismo popular, no nos quedaba más que entender que ellos no
reconocerían sus atracos ni sus excesos, y que seguirían en el camino de ser
enemigos del pueblo, pues ni siquiera hubo la transparencia buscada en las
negociaciones para derogar el polémico decreto que eliminaba el subsidio a los
combustibles. No nos quedaba más que asistir a un terrorífico ataque ordenado
por una mujer hacia miles de warmis y wawas que se apostaron en el ágora de la
Casa de la Cultura Ecuatoriana en Quito.
Debido
a los presentes rasgos descritos, varios consideran a las jornadas de Octubre,
como una guerra civil, pues luego de que el pueblo al fin reaccionara ante anteriores
violencias políticas “sutiles”, como por ejemplo: regalar al país con
privatizaciones llamadas concesiones, acosar tratándolos de terroristas a Bini y a Assange
y entregarlo a este último a su agonía lenta, y a acusar públicamente a
periodistas independientes que reportaron de primera mano los ataques
oficialistas; el gobierno violentó de otras maneras, a través de la
comunicación tergiversada, ocultando y traspasando la culpa siempre a las
víctimas.
Todas
las formas de nacimiento del fenómeno de la violencia se vislumbraron en las
jornadas de rebelión de octubre del 2019, donde la potencia del pueblo era una
voz que la fuerza oficial callaba, y donde se desató la bronca guardada de
manera auto violenta por tantos años. El cinismo provenido del miedo de no
cumplir con la agenda con el FMI violentó tanto sutil como beligerantemente,
derechos y cuerpos de hombres, mujeres, niñas, niños y ancianos que con el paso
de los días del Levantamiento del pueblo. Los participantes en las protestas,
en su gran mayoría, pacíficas, iban aumentando voluminosamente para unirse a la
causa popular.
La
mejor forma de ejemplificar el Día de la no violencia que justamente se celebra
en Octubre, fue sin duda el despertar de la gente en el 2019, que después de
tantos años, orgánicamente se juntó para ser protagonista de estampas
inolvidables; cadenas humanas que proveían abastos en carreteras donde se
transportaban a la capital, hermanos y hermanas de diferentes provincias,
jóvenes corriendo al llamado de atención y provisión de alimentos, ropa y
comida en los sitios de acogimiento, artistas en las calles, personas de todas
edad cantando en plazas y redondeles a favor de la libertad, en contra del
gobierno neoliberal, cacerolazos de la impotencia de estar encerrados frente a
toques de queda cobardes, colectivos de mujeres locales dando abrigos a otras,
organizaciones de Derechos humanos abriendo caminos jurídicos constitucionales
para oponer justicia. Nuestros muertos y violaciones a derechos llegaron a
organismos internacionales de Derechos y condenaron al Gobierno del Ecuador, el
uso desproporcionado de la fuerza. El Estado armado le teme a la potencia más
que a la fuerza de la que el pueblo carece, de allí sale la más perversa
violencia.
Las
asambleas ciudadanas, como un sueño hecho realidad de modelo de organización,
de resistencia y desobediencia al poder absoluto de la autoridad central, se
tomaron algunos parques de octubre. La apuesta es mantener la potencia de la
unidad organizada, sin permitir que se pierda la memoria colectiva de los que
estuvimos, de los que por esta vez no fuimos víctimas de la violencia
psicológica atávica, de mantenernos desconocedores y engañados.
“Los clásicos no
establecieron ningún principio que prohibiera matar. Fueron los más compasivos
de todos los hombres, pero veían ante sí, enemigos de la humanidad que no eran
posibles de vencer mediante el convencimiento. Todo el afán de los clásicos
estuvo dirigido a la creación de circunstancias en las que matar ya no fuera
provechoso para nadie. Lucharon contra la violencia que abusa, contra la
violencia que impide el movimiento. No vacilaron en oponer violencia a la
violencia”. (Bertolt Brecht, Me-ti, El libro de las mutaciones, en Violencia y
modernidad de Bolívar Echeverría)
Excelente artículo. Nos saca de la ignorancia. Ojalá que los que criticaron las protestas de octubre del 2019 entiendan que la idea que teníamos al salir a las calles era exigir días de paz y el derecho a la dignidad. Ahora, el escenario de nuestro Ecuador ha develado lo mentirosos que fueron al tacharnos como violentos a docentes, médicos, estudiantes, campesinos, mujeres, jóvenes, etc. La mentira continúa, cuantas vidas se siguen perdiendo porque nuestra salud está en lo suelos, no hay trabajo, casi todo ha subido de precio o se ha mantenido. Poco esfuerzo se ha hecho por garantizar nuestra vida
ResponderEliminar... . Ahora sí tienen el pretexto de la pandemia...
Exacto. Usan políticamente la pandemia. Cuando les conviene, no pasa nada y se enriquecen con ventas fraudulentas de insumos médicos y otorgando hospitales por favores políticos; pero si no metemos miedo a la gente para que no salga a protestar.
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